Tener, mientras vivía, un museo dedicado a sus obras no fue algo que Juan Soriano quisiera. Marek Keller, quien fue su pareja sentimental entre 1972 y 2006 (año de la muerte del artista) y es el heredero de su obra, recuerda que él a menudo se preguntaba si la suya era o no una buena obra:

“A Juan, las luchas de algunos artistas por tener un museo, mientras viven, se le hacían ridículas; no le gustaba la idea de tener un museo —cuenta en entrevista Keller—. Decía: ‘estoy absolutamente en contra. Yo no estoy seguro de si mis cuadros son buenos’. Nunca estaba seguro; siempre tenía dudas. No entendía  por qué tenía éxito si (sólo) hacía cosas que le daban placer y porque no sabía hacer otra cosa. Decía: ‘Si diez años después de mi muerte, alguien recuerda todavía y considera que mis cuadros valen algo, que hagan lo que quieran. Ya estaré lejos y no tengo ninguna influencia sobre el asunto. Si todavía, años después de mi muerte mis cuadros circulan y la gente los aprecia, (será) un milagro. ¡Qué bueno!’”.

El pasado 10 de febrero se cumplió una década del deceso del artista nacido en Guadalajara el 18 de agosto de 1920. Con una exposición que reunirá su obra temprana, entre 1934 y 1962, y una charla entre Elena Poniatowska y Marek Keller, el 9 de abril en el Museo de Arte Moderno iniciarán las actividades conmemorativas. Habrá en el segundo semestre otra exposición en el Museo de la Ciudad de México y, a finales de año, abrirá el Centro Cultural Juan Soriano, en Cuernavaca.

“Estos 10 años, aparte de tantas cosas que han pasado, son 10 años, casi puedo decir vacíos, por la gran ausencia que es la no presencia de Juan. Yo sigo trabajando con mucho entusiasmo, haciendo cosas, exposiciones en el Centro Nacional de las Artes, exposiciones nacionales e internacionales que siempre piden obra de la Fundación. Trabajo con el Jardín Escultórico de Juan en Polonia. Pero no hay alma; falta la presencia de Juan, que era tan importante (para) saber en el momento de dudas de mi parte; bastaba preguntarlo y, como era un hombre muy sabio, resolvía los problemas inmediatamente”, cuenta Keller, con quien el pintor y escultor creó en 2004 la Fundación  Juan Soriano y Marek Keller A.C.

Hace dos semanas, en Tepexpan donde se guardan algunas esculturas del artista que en su momento se llevarán al nuevo museo, fue seleccionada la escultura de casi dos metros llamada La Ola que se ubicará en el redondel del MAM para la muestra. Esta exhibición será curada por Octavio Avendaño. Soriano fue un artista que comenzó a pintar desde muy joven, y la exposición, justamente, revisará la obra temprana. Se ha organizado en tres núcleos, de acuerdo con el curador: primera etapa: cuando exploraba la figura humana con base en la tradición de la pintura occidental, incluidos retratos; en segundo lugar, las fotografías de sus vestuarios para Poesía en Voz Alta, así como para otras obras de teatro, y, en tercer lugar, la pintura abstracta y colorista, algunos tapices y cerámicas, y un video realizado por Arturo Ripstein. Las obras para la exposición en el MAM, en su mayoría, pertenecen a la Fundación (el acervo  se encuentra temporalmente en las bodegas del Jardín Borda, en Cuernavaca); unas provienen de otras colecciones y otras son del propio MAM.

En estos diez años, explica Keller, ha sido muy importante el trabajo en el Jardín Escultórico Juan Soriano, a 30 kilómetros de Varsovia, Polonia, que abrió sus puertas en 2009, y donde se encuentran en exhibición permanente 14 grandes esculturas, y se han presentado exposiciones de artistas como Manuel Felguérez, Vicente Rojo, Xawery Wolski, Dr. Lakra y Frida Kahlo, para las cuales se ha contado con apoyo de la embajada mexicana en Polonia y de la Secretaría de Relaciones Exteriores. “Es un pedazo de México que de verdad tiene muchísimo interés de la gente nacional polaca. Polonia es miembro de la Unión Europea y todo el tiempo hay gente que lo visita, que pregunta por Juan y otros artistas”.

El museo.  Se prevé que a finales de 2016 abra sus puertas el Centro Cultural Juan Soriano. “El alma del Museo serán las obras de Juan Soriano”, explica Keller y detalla que contendrá poco más de 100 esculturas, 50 pinturas, casi 100 piezas de obra gráfica, tapices, alrededor de 11 esculturas en plata, esmaltes y algunas piezas que le regalaron a Soriano artistas como Francisco Zúñiga,  Manuel Felguérez, Vicente Rojo, Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Javier Marín e, incluso, un retrato que le hizo José Luis Cuevas. En total, asegura Keller, el Centro Cultural tendrá alrededor de 400 piezas.

“El museo va muy bien. La parte muy importante está bajo tierra: estacionamiento, bodegas, teatro, camerinos. Arriba estará el edificio del museo, las salas de exposición. Agrega que el Centro Cultural, aparte de mostrar al público obra de Soriano en pintura, escultura, grabado, teatro, gráfico, tapices, gobelinos, cerámica, brindará talleres que van a reflejar sus intereses y estarán dirigidos a jóvenes y niños.

Acerca del Centro Cultural, que estará en un área de alrededor de ocho mil metros cuadrados de los cuales el museo ocupará poco más de la mitad, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en su informe de 2014, hizo señalamientos sobre los costos que iban a ser de 120 millones de pesos y que superaron los 200 millones.

Al respecto, Keller dice que desconoce esta información. “No tengo que ver con la construcción de la obra”.

EL UNIVERSAL solicitó  a la Secretaría de Cultura de Morelos, sus comentarios sobre los señalamientos de la ASF sin embargo no hubo ninguna respuesta.

El acervo.  A la hora de llevar las obras para Cuernavaca, Keller entregó prácticamente todo lo que tenía.

—¿Con qué decide quedarse?
Este problema es más emotivo para mí de lo que era para Juan. Cuando Juan firmaba una obra, se desprendía de ella. Le interesaba más la obra nueva, la que tenía en  mente para empezar. Aquella, ya era un niño abandonado un poco. Yo, a partir de ese momento, empezaba a ocuparme de ese niño.

El traslado no fue agradable. No me sentía bien cuando veía los tres camiones de Córdova Plaza en (la calle de) Amsterdam que empacaban. No eran días que recuerdo con placer, pero era lo que yo quería toda mi vida. Yo decidí que todo se iba al museo.

—¿Por qué se puede producir hoy obra escultórica de Soriano?
Puede producirse por la herencia, soy heredero de los derechos. Las esculturas, Juan las hacía, generalmente en nueve ejemplares, tres como prueba de artista y seis numeradas, de vez en cuando se hacían ediciones especiales. Todavía tengo derechos de hacer el ejemplar siguiente; si en algún  caso se hizo el número de nueve y consideramos que no se debe hacer más, entonces se destruye el molde. Pero todos los moldes que existen van a pasar al fideicomiso del Museo; como ellos van a tener en un futuro los derechos que tengo yo, creo que, de vez en cuando, podrían fundir una copia para venderla para aumentar sus fondos.

—¿Cómo se controlará eso?
Cuando yo ya no esté, no va a estar tan fácil de controlar; creo que tendríamos que tener confianza en la gente que va a dirigir esta institución para que no haga barbaridades porque si lo hace está trabajando en contra de sí misma y en contra de la institución.

—¿Qué pasa con los falsos?
Desde 1974 asistía personalmente a todo lo que hacía Juan. Yo estaba ahí. De las obras hechas después de 74, nadie me puede decir que es verdadera si yo veo que es un falso. Yo estaba allá, todavía tengo suficiente memoria. De las obras anteriores, si tengo dudas, no opino. Pero, el archivo de Juan de aquellos años es bastante amplio y tengo los documentos y  fotos para enseñar que un cuadro es o no falso.

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