El fotógrafo australiano Warren Richardson, que ganó hoy el prestigioso galardón de fotoperiodismo World Press Photo con una emotiva instantánea tomada en la frontera serbo-húngara durante la crisis de los refugiados, ha animado a los que buscan protección en Europa a "no rendirse".

Richardson explicó la historia detrás de la instantánea galardonada, una imagen en blanco y negro tomada en 2015 en la frontera entre Serbia y Hungría y que capta a un bebé siendo pasado de un lado al otro de la valla mientras un hombre lo toma en sus manos.

"Yo estaba en el lado serbio, donde casi no había policía, apenas un coche y no estaban haciendo nada. Los refugiados podían tener problemas en el lado húngaro si se encontraban con los guardias fronterizos", señaló.

"Durante esos días estaban terminando de colocar la valla y cada vez venía más y más gente, algunos en pánico", relató.

La foto está tomada de noche y sin flash, porque si la hubiera hecho con flash la policía habría venido, indicó Richardson. En la foto la luna ilumina tanto la cara del hombre que toma al bebé en sus manos como el cuerpo del niño. El hombre está a un lado de la frontera medio agachado, con cara de agotamiento.

Al otro lado de la frontera, unos brazos sujetan al recién nacido y la pasan a través de un agujero hecho en el alambre de espino.

A pesar de la fuerza de la instantánea, en un primer momento Richardson no vio a la criatura, que apenas estaba cubierta con una pequeña manta. "Me di cuenta de que había un bebé en la foto 4 ó 6 días después, cuando la vi en el ordenador a mi vuelta en Budapest", dijo.

"Para este viaje a la frontera no podía llevar todo mi equipo, lo habría puesto en peligro y trabajo como freelance así que habría sido un riesgo muy grande. Además, estos días fueron muy calurosos", afirmó.

Richarson aseguró que la mayoría de refugiados que se encontró hablaban bien inglés y tenían un único objetivo: llegar a Alemania.

"Yo les decía que debían tener paciencia, que tenían otros tres países que cruzar. Me preguntaban por consejos, si podía llevarlos en coche, pero habría tenido problemas con la ley si lo hubiera hecho", declaró.

"Siempre respondía a sus preguntas y les decía: 'amigos, no puedo hacer nada más por ustedes, pero ya han llegado muy lejos en su viaje. Lo único que les puedo decir es: no se rindan".

Richardson mandó la imagen a varias agencias de noticias, pero ese verano ninguna quiso comprársela.

"La subí a la red social Facebook y unas 29 personas le dieron al botón "me gusta", eso es todo", señaló, mientras se encogía de hombros.

"Me gusta ser freelance, así no estoy dictado por nadie a la hora de trabajar. La fotografía trata de capturar momentos excepcionales y muchos compañeros no tienen esa oportunidad porque tienen que hacerlo todo rapidísimo. Hacen la foto, la mandan a su medio y se tienen que ir. Yo no", concluyó.

sc

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