yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

Hasta las 13 horas del día de ayer, la fila de visitantes con boleto asegurado para entrar a la exposición Miguel Ángel Buonarroti. Un artista entre dos mundos apenas alcanzaba a salir del Palacio de Bellas Artes. Para ese momento, la gente del recinto había repartido poco más de mil 200 entradas gratuitas con stiker con horario asignado para ver la muestra que concluyó con alrededor de 378 mil visitantes.

Aun cuando diez días antes se habían ampliado los horarios y el recinto permanecía abierto 15 horas diarias los fines de semana, abría a las 8 de la mañana y cerraba a la medianoche, no hubo necesidad de organizar un maratón para él último fin de semana de la muestra, como sí lo hubo cuando cerró Leonardo da Vinci y la idea de la belleza, el pasado 23 de agosto, que cerró con casi 300 mil visitantes de forma conjunta.

Aunque ni en su último fin de semana la muestra de Miguel Ángel tuvo tumultos de gente esperando entrar, sólo una chica proveniente de Ciudad Azteca, en el Estado de México, llegó el sábado por la noche para garantizar su entrada al recinto. Dos chicos se le unieron en la madrugada y fueron los primeros tres visitantes que ingresaron en el último día de exhibición. A las 8 de la mañana que abrieron el recinto, la fila apenas la formaban unas 50 personas.

Aquel que entre las ocho y las 10 de la mañana de ayer domingo se acercó al recinto, entró directo a la exposición, pues a ratos había más gente de seguridad que visitantes. Incluso algunos paseantes, como la familia Urbano Castillo, entraron porque uno de los trabajadores del Palacio, con altavoz en mano, gritaba: “Pase a ver a Miguel Ángel Buonarroti. Último día. Entrada gratuital.

“Estábamos caminando por aquí y optamos por entrar”, señaló Adrián Urbano, quien acompañado por su esposa Sandra Villegas y sus dos hijos adolescentes, Marco Antonio y Alejandra, visitaron la muestra sin haberlo planeado. Alejandra dijo que es “una obra interesante porque es una experiencia que quizás no vamos a poder tener en otra ocasión. En la clase de Historia Universal nos dijeron que son piezas únicas y es una experiencia única”.

La mañana transcurrió con calma y sin grandes filas, a ratos la fila para el ingreso salía del Palacio y circulaba unos metros hacia Eje Central, las más del tiempo el acceso casi era directo, con un pequeño tiempo de espera de una media hora.

Una muestra única. En su penúltimo día de exhibición, el pasado sábado, un número reducido de personas decidieron ocupar la noche para visitar los dibujos, óleos, documentos y esculturas del artista italiano. Ese día ya se sabía que la muestra no lograría tener la demanda obtenida en mancuerna con la exposición de Da Vinci.

“Durante la mañana estuvo cargado, pero para las 8 de la noche la afluencia de la gente bajó un poco; igual por lo de la lluvia. No ha sido difícil la venta de los boletos, de hecho ahorita todavía hay horarios extendidos. Igual si no ven gente, el museo se cerrará a las once”, comentaba Cristhian Santos, quien es parte del equipo de seguridad del recinto.

A las 10:30 de la noche, entre visitantes, vendedores y transeúntes, alrededor de 40 personas rodeaban la entrada principal del palacio.

Antes de que la muestra viaje al Parque Guanajuato Bicentenario, donde se exhibirá del 15 de octubre de 2015 al 10 de enero de 2016, ayer terminó su presencia en el Palacio de Bellas Artes, a donde la mayoría de asistentes llegaba en pareja, pero sobre todo había muchos jóvenes estudiantes, y mucha gente que compartía la experiencia en familia. Incluso alrededor de las 9:30 de la mañana de ayer, un grupo de niños de preescolar llegó al recinto e ingresó en medio de quienes acudieron al espectáculo matutino del Ballet Folclórico de México de Amalia Hernández. 

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses