Tomando como referencia las cifras provenientes del Censo de Población y Vivienda del año 2010 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México existen aproximadamente cinco millones 739 mil 270 personas con algún tipo de discapacidad física o mental, representando alrededor del 5% de la población total.

Algunas organizaciones, como la Liga de Intervención Nutricional contra Autismo e Hiperactividad, A.C. (LINCA), se han enfocado en la terapia nutricional como la clave para combatir la discapacidad intelectual y brindar a la persona afectada calidad de vida y mejor recepción a las terapias complementarias.

En este contexto, instituciones educativas han llevado a cabo un proyecto que se centra en hacer cambios en la dieta de personas con trisomía 21 (síndrome de Down), trastornos del espectro autista y trastornos por déficit de atención con el objetivo de mejorar las habilidades cognitivas y conductuales de estas poblaciones.

"Con este proyecto queremos saber si se ve reflejado el cambio cognitivo y conductual en los chicos al hacer cambios directos en su alimentación”, aseguró en entrevista para la Agencia Informativa del Conacyt, la actual presidenta de la LINCA y miembro de este proyecto en el área biomédica, Cecilia Fernández Aguirre.

Fases y objetivo del protocolo

El nombre completo del proyecto es Neuroalimentación como apoyo en el desempeño fisiológico y en las habilidades cognitivas en personas con trisomía 21, trastornos del espectro autista y trastornos por déficit de atención.

La intención de este protocolo de neuroalimentación es ayudar a regularizar los procesos metabólicos alterados y beneficiar las habilidades cognitivas y conductuales de la gente en dichas condiciones, a través de una dieta adecuada y un complemento alimenticio desarrollado especialmente para atender las deficiencias metabólicas de las personas en alguna de estas tres condiciones.

Inició oficialmente en el año 2013 y se divide en cuatro áreas: bioquímica, de trastornos del sueño, sociología y modelo animal. Esta última área es posible a través de ratones que, modificados genéticamente, padecen autismo y síndrome de Down. De esta manera, se aplica en los roedores un protocolo nutricional que sirve como referencia para que se siga de forma similar a la población objetivo.

La fase biológica y nutricional ha concluido y en palabras de la especialista Cecilia Fernández tienen “100 niños en tres grupos diferentes y se les hicieron estudios de laboratorio regulares, además de mandarles a hacer exámenes de metabolismo y de alergias alimenticias. Con los resultados otorgados, se compararon los datos iniciales con los que se registraron después de ocho meses con la dieta protocolaria".

jpe

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