Desde 2001, siete personas, sin ser astronautas, han viajado a la Estación Espacial Internacional. Además de vivir experiencias únicas en órbita, los siete viajeros se convirtieron en los pioneros del llamado turismo espacial. Esta actividad, reservada hasta ahora para un puñado de privilegiados dispuestos a pagar hasta 47 millones de dólares por su boleto, implica una serie de riesgos que los próximos tripulantes o turistas de naves espaciales deberán conocer y asumir.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Melchor Joaquín Antuñano Bustamante, científico e investigador mexicano, comentó respecto a algunas de las reglas y requisitos en materia de medicina espacial que se deben acatar para ser candidato a estos vuelos espaciales comerciales.

“Desde el punto de vista del turismo espacial, hay personas que quieren ir al espacio por experimentar lo que ha sido reportado por otros astronautas que han estado ahí para ver si ellos sienten lo mismo. En general, con base en encuestas que se han hecho a nivel mundial, la causa número uno por la cual la gente quiere ir al espacio es para ver la Tierra y la luna desde el espacio; la número dos es flotar en microgravedad”, compartió.

Antuñano Bustamante, director del Instituto Civil de Medicina Aeroespacial (CAMI, por sus siglas en inglés) de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, señaló que el perfil ideal de la persona que desee ir al espacio debe primeramente mostrar una pasión.

“Que no tenga fobias a estar en un lugar confinado, que no tenga miedo a volar, que tenga una expectativa diferente de qué es lo que va a experimentar en el espacio. Tiene que ser alguien que está dispuesto a tomar riesgos, porque no es como volar en un avión de aerolínea. Hay riesgos desconocidos, la experiencia que hemos tenido en el espacio es con gente relativamente sana, no con gente con problemas médicos serios”.

Tarifas astronómicas 

A estos requisitos se suma el tener finanzas personales saneadísimas: los siete turistas espaciales han pagado entre 20 y 47 millones de dólares por sus experiencias fuera de órbita.

Asimismo, señaló que si bien el turismo espacial es un área incipiente, al menos ocho compañías privadas ya trabajan en varios proyectos de turismo espacial, como los vuelos suborbitales —a más de 100 kilómetros de altitud—. Tan solo una de estas compañías, Virgin Galactic, ya cuenta con al menos 950 interesados en pagar una cuota de más de 250 mil dólares por un espacio en un vuelo suborbital de cuatro minutos.

“Normalmente 60% del volumen de sangre en una persona está del ombligo hacia abajo, pero con la falta de gravedad sube. Si esta persona ya tiene un padecimiento cardiaco, probablemente su corazón no lo pueda manejar y podría causar un infarto. No queremos que la gente tenga problemas serios médicos en vuelo que puedan resultar en su muerte, en su incapacitación ya sea temporal o permanente, o que puedan resultar en lesiones permanentes”, afirmó el investigador, a la vez que añadió que para ello se deben considerar condiciones como la aceleración del vehículo, la presión barométrica disminuida, la exposición a radiación cósmica, principalmente en vuelos orbitales, y la exposición a la microgravedad.

Otro factor que cambia es la farmacodinámica, ya que debido a la falta de gravedad, la absorción de medicamentos en el espacio no es igual, sobre todo en caso de los vía oral.

Estos riesgos hacen imperativo que el solicitante los conozca, los acepte y dé su consentimiento explícito. Sin embargo, afirmó que existen riesgos que permanecen desconocidos, por lo que el consentimiento de cada uno de los potenciales pasajeros es de suma importancia.

Antuñano Bustamante adelantó que una posible solución a estos riesgos podría ser la manipulación genética del humano, que haga más adaptable el cuerpo en situaciones de estrés espacial.

“No fuimos diseñados para estar en el espacio… hasta hoy. Podría uno cambiar la información genética de una persona para que los efectos de la exposición a la microgravedad, como la pérdida muscular y ósea, no ocurran”, señaló.

El investigador comentó que México podría tomar parte en esta industria a través de entidades universitarias y de investigación que busquen mandar experimentos a bordo de estos vuelos espaciales para expandir conocimientos.

jpe

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