Cuando el vórtice de un tornado toca tierra, su color empieza a cambiar de un blanco brillante a diversas tonalidades de gris hasta alcanzar el negro.

El flujo turbulento en rotación espiral succiona el polvo, ramas y otros objetos que según la potencia de sus vientos en choque, van tiñendo sus paredes.

A la distancia pueden ser un espectáculo, pero en la cercanía es atemorizante. La destrucción absoluta llega sin previo aviso.

Los tornados son fenómenos meteorológicos difíciles de predecir y algunos duran sólo un poco más que un suspiro, pero eso no aminora su impacto. Los seis segundos del más reciente en Ciudad Acuña son una muestra.

"Desde el punto de vista meteorológico se ha estudiado muy poco el fenómeno en nuestro país. Los tornados se desarrollan en un determinado nivel de la atmósfera al que se le llama de micro y meso escala", señala el doctor Jesús Macías Medrano, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y coordinador de la Comisión Interinstitucional para el Análisis de Tornados y Tormentas Severas (CIATTS), quien explica que en México el tipo de meteorología que se ha practicado tradicionalmente es la que estudia grandes espacios, la llamada escala sinóptica, que se centra en el estudio de fenómenos como los frentes fríos, las bajas presiones y los huracanes, entre otros.

Macías señala que de esta forma no se ha desarrollado una meteorología que favorezca la investigación y el correcto entendimiento de estos fenónmenos, así como de otros igualmente dañinos, como las llamadas microráfagas, caracterizadas por vientos fuertes y directos.

Los tornados no son un fenómeno reciente en territorio nacional. Hay vestigios de su paso desde hace más de 500 años, pero nombrados dentro de una esfera simbólica.

El doctor Macias Medrano pone el ejemplo de la palabra Mixcoac, que significa serpiente de nubes; una muestra de la poética popular que describe esta violenta manifestación de la hidrometeorológia.

En el norte del país han llegado algunos de los tornados más poderosos, de hecho el más destructivo del que se tiene noticia ocurrió el 10 de mayo de 1899 y mató a 22 personas en Hondo, Coahuila. Sin embargo uno de los más antiguos de los que se tienen registro ocurrió en Tlatelolco, en el año de 1521, según registros del doctor Oscar Velasco Fuentes investigador del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE).

Según información de Velasco Fuentes, no hay rutas definidas para el paso de estos fenómenos, lo que existen son áreas geográficas que por sus condiciones físicas son más propicias para su formación.

Es así que en el centro del país predominan las tormentas orográficas que pueden dar origen a tornados de baja y mediana intensidad, mientras que en estados como Chihuahua y Coahuila se producen tornados de mediana y alta intensidad por las tormentas frontales, que ocurren generalmente cuando una masa fría impulsa la elevación de otra más cálida e inestable.

Por su parte el doctor Macías Medrano señala que los tornados se han registrado de igual forma en llanuras y montañas, que en mares y lagos (con las famosas trombas).

"Pueden ocurrir en cualquier contexto topográfico. Son muy interesantes desde el punto de vista de la física de la atmósfera porque se producen cuando hay un choque de vientos con diferente dirección. Si los vientos tienen diferentes temperaturas y hay diferentes presiones, se generan las condiciones propicias para que se generen estos remolinos".

El investigador del CIESAS señala que los tornados duran poco tiempo, sobre todo la mayor parte de los que ocurren en el país, tornados débiles o ciclónicos.

"Según la base de datos que hemos generado desde el 2000 hay años con mayor ocurrencia, pero en general es un fenómeno físico de la atmósfera común que no se puede decir que se haya incrementado".

Las dificultades de atrapar un tornado

La naturaleza del tornado es elusiva, pero para Macías en nuestro país se suman otras condiciones que dificultan su detección.

"Los radares con los que cuenta el Servicio Meteorológico Nacional son obsoletos y prácticamente no funcionan", señala subrayando que no hay un sistema de alerta sobre estos fenómenos también porque no se han trabajado a fondo cuestiones básicas para que la gente los identifique correctamente en cualquier comunidad y sepan qué medidas exactamente tomar sobre el fenómeno reconocido aún en muchas comunidades del país como culebra.

La comisión que Macías coordina surge en el 2007 a raíz de un tornado muy fuerte también en Coahuila, pero en Piedras Negras.

"Las autoridades en ese momento de la Coordinación General de Protección Civil de la Secretaria de Gobernación y del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), sabían que nosotros en el CIESAS habíamos iniciado una investigación sobre tornados así que nos contactaron y propusieron que formáramos una comisión multidisciplinaria para analizar el fenómeno y generar investigación y recomendaciones".

El geógrafo señala que en este sexenio no se la ha dado ninguna atención a los planteamientos que se hacen desde la Comisión que coordina. "Se envía información periódicamente pero no recibo ninguna respuesta".

Por su parte el Doctor Martín Jiménez, subdirector de Riesgos Hidrometeorológicos del CENAPRED, también considera que no son fenómenos más frecuentes lo que sucede es que se difunden más rápidamente por las herramientas tecnológicas y también se evidencía más su presencia porque han aparecido en lugares que antes no estaban poblados.

"Son fenómenos de presencia repentina. Todo ocurre en el orden de minutos, es así que cuando se forma la tormenta que a la postre generara el tornado estamos hablando de un tiempo de 20 o 30 minutos y una o dos horas máximo. Si como en el caso de Ciudad Acuña, el tornado lega en la mañana, en la madrugada será aún más difícil observar la formación de este tipo de tormentas. La gente en este sentido es tomada de manera totalmente desprevenida, a diferencia de otros horarios donde es factible observar este tipo de tormentas o bien en otros sitios donde existe instrumentación como los radares".

Sin embargo, el especialista señala que el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) sólo cuenta con radares apropiados para esta tarea en el sureste del país, específicamente en Chiapas y Campeche.

Jiménez señala que el sistema de alerta propio del SMN tiene una mayor incertidumbre, pues se lleva a cabo a través de boletines de tiempo severo, pero no se precisa el sitio exacto, ni el momento, lo que indica que la población tiene que estar pendiente de las tormentas severas que generan los tornados durante todo el día y la noche..

"Para el caso de tormentas severas, el instrumento idóneo son los radares Doppler con alta resolución. Estos son los que permiten identificar la presencia de posibles tornados, sin embargo el adquirir estos aparatos sería solo una parte de poder hacer un sistema de alerta más sofisticado. El otro componente es el recurso humano: saber operarlos e interpretarlos y a la postre saberles dar mantenimiento apropiadamente".

"En la frontera con EU, donde ocurren los tornados de mayor intensidad, los llamados super celda, están radares que brindan también información al lado mexicano, pero las alertas que generan los norteamericanos sólo las hacen para su territorio. Si quisiéramos tener un sistema de alerta en el norte del país, tendríamos que colaborar más estrechamente con ellos", señala Jiménez.

Desde hace cuatro décadas la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA) y la NASA han trabajado de manera conjunta para desarrollar tecnología satelital enfocada en la detección de fenómenos meteorológicos.

En marzo del 2016 tienen planeado lanzar el Satélite Geoestacionario Operacional Ambiental R (GOES-R). Este lanzamiento abrirá una nueva generación de satélites meteorológicos con instrumentos de vanguardia destinados a mejorar la búsqueda de fenómenos hidrológicos, duplicando la resolución espacial, triplicando los canales de información y multiplicando por cinco la cantidad de actualizaciones. Un instrumento esencial en un país que recibe un promedio de mil tornados al año.

"Los norteamericanos han desarrollado bastante conocimiento en esta área y tienen mucha práctica en transmitir la información. Uno puede tener a su disposición todas las herramientas tecnológicas, pero si no es capaz de hacerle llegar a la gente los mensajes adecuadamente, simplemente no funciona", opina Macias.

Para el experto, después de lo sucedido en Ciudad Acuña es muy importante que los responsables políticos entiendan el fenómeno y comprendan que la meteorología que tenemos no es la más adecuada. "Mi impresión es que se ha gatado el dinero en cosas más bien cosméticas que no han dejado al país con un servicio meteorológico suficientemente confiable".

kal

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