Nuestro planeta está perdiendo especies de plantas, animales e insectos a un ritmo sin precedentes, y los desastres naturales relacionados a los cambios de temperatura del planeta están devastando hogares y acabando con el sustento de muchas familias.

Esta no es una historia inventada, es la realidad en la que nos encontramos hoy: entregaremos a nuestros hijos un planeta deteriorado. Todas las semanas más de un millón de estudiantes salen a la calle, temiendo por su futuro, para exigir a los líderes del mundo que actúen.

América Latina y el Caribe ocupan los primeros sitios en cuanto a vulnerabilidad climática. En septiembre de 2017, los huracanes Irma y María dejaron cientos de víctimas a su paso, destruyeron ecosistemas y causaron pérdidas valuadas en decenas de miles de millones de dólares. Además, las sequías de 2018 en América del Sur causaron una caída del 8 por ciento en la producción de cereales, en comparación con el año anterior. México ya vive un aumento en el estrés hídrico en buena parte de su territorio. Estamos ante una emergencia climática y debemos llevar a la realidad todo nuestro más feroz optimismo para encarar la debacle.

El informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, presentado en octubre pasado por los principales científicos del clima del mundo, lanza una última advertencia: todavía tenemos tiempo para limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados, lo que permitiría atenuar los peores impactos del calentamiento global y mejorar la vida de miles de millones de personas.

El más reciente informe de La Nueva Economía del Clima, publicado por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) nos muestra cómo hacerlo, y sugiere que pueden obtenerse 26 billones de dólares en beneficios económicos y sociales de aquí a 2030, si se procura una transición justa hacia formas más seguras y eficientes de alimentarnos, generar electricidad, movernos y consumir bienes materiales.

Ahora, una nueva publicación de WRI México se suma a la evidencia que muestra que la acción climática en todo el mundo es un movimiento económico inteligente que salvará vidas. De acuerdo con este reporte “Opciones de bajo costo para fortalecer las metas climáticas de México logrando beneficios sociales a largo plazo” (disponible en en wrimexico.org), el país tiene la gran oportunidad de aprovechar su marco institucional y legal para implementar una fuerte acción climática, y fortalecer sus objetivos de reducción de emisiones en virtud del compromiso que el Gobierno de México anunció en el Acuerdo de París con fecha al 2020.

Al hacerlo, México actuaría no sólo de acuerdo a un imperativo moral, sino que también aprovecharía al máximo la mejor tecnología, como la energía solar, para implementar grandes soluciones climáticas. Los mexicanos quieren respirar aire limpio. Esta reducción de la contaminación del aire, de acuerdo con la nueva publicación, evitaría la muerte prematura de unas 25 mil personas hacia 2030.

Habrá desafíos para cambiar el status quo, y no será fácil lograrlo, pero descarbonizar nuestras economías será la mayor transformación que jamás hayamos conocido. Será inevitable hacerlo si queremos prosperar y sobrevivir.

Dentro de 10 años, cuando miremos esta coyuntura crítica, la recordaremos como el momento en el que los gobiernos estatales y locales, el sector privado, la academia y la sociedad civil comenzaron a trabajar juntos, con optimismo, para construir un futuro mejor para todos. Es necesario, deseable y alcanzable.

Miembro de la Junta Directiva de WRI, exsecretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2010 a 2016 y Fundadora de Global Optimism

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