Estás esperando a que termine el plazo de tu hipoteca para cambiarte de trabajo o que te avisen si te van a dar una beca en el extranjero para continuar tus estudios, o tal vez estás a la espera de esa respuesta para saber si te aceptaron en ese nuevo trabajo que llevas años persiguiendo.

El caso es que estás esperando a que un plazo se cumpla sentado en la misma oficina, haciendo el mismo trabajo que haces desde hace algunos años. Ese que no te hace del todo feliz —lo tienes claro—, pero que quizá tampoco odias de corazón (si no, casi por salud mental ya lo hubieras dejado mucho tiempo atrás).

En apariencia, parece que te has estancado, porque nada parece caminar como tú lo esperas, al menos no tan rápido como te gustaría.

¿Qué hacer? Hay una frase que podría dar respuesta: “Si estamos mirando en la dirección correcta, todo lo que tenemos que hacer es seguir caminando. Si toma un año, 60 años o cinco vidas, siempre que nos dirijamos hacia el lado correcto es lo único que importa”.

Se le ha atribuido a Buda, pero la realidad es que es de Joseph Goldstein, un profesor de budismo muy reconocido en Occidente.    Sabes que es la dirección correcta, pero eso no impide que el tiempo te aburra.

Pero este ínter no tiene por qué convertirse en un suplicio. Ya diste todo o estás dando todo para que la cosas cambien, así que lo que queda es aprender del hoy. Quizá este tiempo en esta oficina te ayuda a desarrollar la paciencia y la tolerancia ante cosas que no puedes controlar, por ejemplo.

“El crecimiento profesional viene de situaciones difíciles, duras, incómodas, que te sacan tu área de confort. Entonces se vuelven oportunidades para que puedas crecer en cualquier área de tu vida”, explica la directora general y fundadora de la consultoría Brújula Interior.

Pero para que se vuelva una enseñanza tienes que ser consciente de ello. “Hay gente que se puede quedar en un mismo lugar mucho tiempo y no aprendió nada, porque estaba estoicamente sufriendo en silencio. Eso no sirve”, sostiene. Debes tener claro que este trabajo no coincide del todo (o en casi nada) con tus preferencias, pero llevará al siguiente nivel. Pensar así te va a servir a que se te presente como una oportunidad de desarrollo personal y profesional.

Tómalo como un peldaño más en el que estás invirtiendo energía y tiempo, pero el cual te va a llevar a la cima de la escalera.

Lo que más y lo que menos

Un primer paso para hacer que las ocho horas que le dedicas a diario a este trabajo no se conviertan en una tortura es que analices qué es lo que te gusta menos, ya que “hay formas de manera este periodo incómodo de acuerdo al área de incomodidad”, explica Estrada.

Las tres variables que debes analizar son la naturaleza del trabajo en sí misma, tus colaboradores y jefe y el contexto del trabajo, ya sea introvertido (casi todo el tiempo estás aislado y sin que nadie te hable) o extrovertido.

Por ejemplo, tu labor no te desagrada del todo ni tampoco la gente, pero lo que en realidad no puedes soportar es el que todos estén levantados a todas horas, haciendo chistes y buscándote para que te rías con ellos. Vamos, tú necesitas un ambiente silencioso que te permita concentrarte, ya que esa es la manera en la que te concentras tú. O al revés, tú necesitas estímulos, pero tu oficina no te la da. En este sentido, la solución a tu mayor incomodidad podría ser un cambio de lugar. A lo mejor te vas a la sala de juntas para no escuchar todo el barullo. O al contrario, busca la manera en la que puedas llenarte de estímulos positivos que te ayuden a avanzar, por ejemplo, escuchar música. En este sentido puedes plantear también horarios flexibles que te permitan trabajar en lugares abiertos e iluminados (como un parque) si es que tu oficina aún no maneja ese esquema. El asunto es hacer este tiempo más llevadero.

Cuando la naturaleza es el problema

Piensa en el trabajo en sí mismo. ¿Es eso lo que no te gusta? Si es así, hay opciones que te lo pueden hacer más ligero y que te pueden impulsar hacia la productividad.

Una estrategia es que identifiques las actividades que sí te gustan. Por ejemplo, coordinar equipos. Quizá si alzas la voz con tu jefe puedas liderar el próximo proyecto en el que tendrás que trabajar con varios colaboradores tanto de tu oficina como de otras alrededor del mundo. La clave es intentar que tu trabajo tenga cada vez más actividades que sí te gustan.

En el caso de que tu trabajo sea muy repetitivo o de que no exista la posibilidad de programar este tipo de tareas, puedes buscarlas por fuera. Si te gusta archivar, archiva y ordena en casa o busca un proyecto por fuera que te permita hacerlo. “Busca una tarea que te guste. Al cerebro no le importa si te están pagando o no, el nivel de satisfacción que tengas viene de ese órgano, y en función de eso se producen o no los químicos del estrés”, explica Ana.

Otras formas

Hay otras estrategias que te pueden ayudar a hacer tus deberes en el tiempo adecuado, aunque no te gusten del todo.

Muchas veces le das vuelta y vuelta a una actividad porque “no te sientes con ánimos” de completarla. Ahora bien: “¿Quién dijo que necesitas esperar hasta que te den ánimos de hacer algo para empezar a hacerlo?”, se pregunta Oliver Burkeman en El antídoto: Felicidad para la gente que no puede soportar los pensamientos positivos. No se trata de que transformes en positivo, sino de que aprendas a coexistir con ello, señala el autor. Tú crees que necesitas sentirte motivado para hacerlo pero la realidad es que lo puedes hacer sin ello. Es duro, pero real.

Muchas veces te has lamentado por no haber intentado trabajar algo antes, pero existe una forma de apurar y acercarse a las metas que se llama “If-then planning”, que en español podría traducirse como planeación de si/entonces.

Muchos académicos le han dedicado numerosos estudios, ya que funciona. Se trata de planear una consecuencia con base en un hecho en específico.

Por ejemplo: “Si no he terminado el reporte antes de la hora del desayuno, voy a hacer mi máximo hasta terminarlo”.

“Decidiendo desde antes exactamente qué es lo que vas a hacer, cuándo y cuánto, no te da la oportunidad de retrasarte”, explica Heidi Grant Halvorson, directora asociada del Centro de Ciencias de la Motivación de Columbia en un texto para laRevista de Negocios de Harvard. Según este profesor, esta manera de planear ha demostrado aumentar entre 200% y 300% veces la productividad y el alcance de metas.

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