Suiza, que gestiona 25% del patrimonio extranjero depositado en los 266 bancos con los que cuenta, se despide de su sagrado secreto bancario, que le ha permitido atraer fortunas durante décadas, pero que se había agrietado por la presión internacional.

El país helvético empezará desde hoy a reunir datos bancarios de clientes extranjeros en el marco del intercambio automático de información acordado con 38 socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Suiza aceptó en 2014 sumarse al estándar global de la OCDE para no perder su estatus de plaza financiera internacional y en 2015 firmó un acuerdo con la Unión Europea (UE).

Aunque no comenzará a intercambiar los datos hasta 2018, en la práctica lo entierra en este 2017.

Se trata de un paso doloroso para un país tan orgulloso de su secreto bancario, que data de 1934.

Suiza lidera la gestión de fortunas privadas de extranjeros, al copar 25% de la cuota mundial de este negocio, según datos de la Asociación Suiza de Banqueros (ASB).

El mercado financiero aporta 9.3% al PIB suizo y el sector bancario genera 167 mil puestos de trabajo.

Gestiona fortunas por valor de 6.1 billones de euros, de los que la mitad proceden del extranjero.

Ha sido de hecho la presión desde el exterior, sobre todo por parte de Estados Unidos, la que ha minado poco a poco el secreto bancario.

Suiza quiso evitar durante mucho tiempo tener que entregar datos de clientes estadounidenses a EU, en una disputa que comenzó en 2008, pero cuando el Departamento de Justicia denunció al banco UBS y amenazó con retirarle la licencia en el país, no tuvo otra opción.

Era improbable que la entidad sobreviviera a la demanda y Suiza no podía permitirse dejar quebrar a uno de sus bancos más importantes.

En 2009 Suiza entregó los datos de 4 mil 450 clientes estadounidenses a EU, lo que supuso el principio del fin del secreto bancario.

Durante los años siguientes y a raíz de más investigaciones en EU y otros países que implicaban a más bancos helvéticos y extranjeros en Suiza, escándalos con datos robados y el impulso dado por el G20 y la OCDE a la lucha contra la evasión fiscal, el secreto bancario cayó aún más.

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