Madrid.— El Brexit ha desatado los primeros grandes movimientos para cambiar el mapa financiero de Europa. Tras la salida británica de la UE, el resto de países socios comienzan a moverse para atraer a sus territorios nacionales las instituciones comunitarias asentadas en Londres. Pero, por encima de ellas, la pieza más jugosa es la banca privada.

Frankfurt, París, Luxemburgo y Dublín maniobran para ser la nueva City, el gran centro financiero.

El gobierno español fue la semana pasada el más lanzado al anunciar su candidatura para albergar en Barcelona o Málaga la sede de la Agencia Europea del Medicamento, adelantándose a las especulaciones de que Italia, Suecia y Dinamarca planean hacerlo, como explica el diario Político. Madrid, ambiciona albergar la Autoridad Bancaria Europea.

Las dos grandes instituciones europeas ubicadas en Reino Unido, que reúnen unos mil empleados y conviven en rascacielos cercanos, tienen orden de no difundir información sobre su futuro. Las conversaciones sobre el Brexit no han comenzado formalmente, y se espera que pasen dos años hasta que se clarifiquen los términos del divorcio.

La vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría, coordinará una comisión de todos los ministerios para prepararse ante las oportunidades que se presenten. “España está en condiciones óptimas para postularse. España es un país competitivo, con un sector financiero muy importante y saneado”, señaló.

En esa línea, la región de Madrid anunció su intención de modificar la legislación fiscal y financiera para seducir a los grandes bancos y convertir a la capital española en la nueva City, apoyándose en el atractivo de ser “la puerta de entrada al mercado hispanoamericano y africano”.

Bancos como Goldman Sachs y empresas de comunicación como Vodafone (la primera telefónica del continente) han anunciado que están pensando abandonar Londres.

Al quedar fuera del espacio único, las firmas instituidas en Reino Unido dejan de tener acceso libre al mercado europeo. Los bancos de Londres perderían el denominado “pasaporte” y serían considerados tan extranjeros como los chinos.

En respuesta, la presidenta de la región de Madrid, Cristina Cifuentes, presentó su proyecto, denominado Invest in Madrid, y que se lanzará con presentaciones “al más alto nivel” en Londres para convencer a los banqueros de las ventajas españolas.

Pero Dublín, Frankfurt, Luxemburgo o París parten con delantera en esa lucha. Dublín tiene las ventajas del idioma, la cercanía a Estados Unidos y el ser sede de muchas empresas tecnológicas y financieras.

Su problema es que se encuentra bajo la lupa de Bruselas por las ventajas fiscales que ofrece a las multinacionales para que se instalen allí. La Comisión Europea ha abierto ya tres investigaciones contra Irlanda por una flexibilidad fiscal cercana al dumping con Google y Apple, entre otras.

Por trayectoria, Frankfurt, la segunda capital financiera de Europa, parece el destino más lógico para una eventual desbandada de los bancos de la City. Para contrarrestar el terreno que Alemania tiene ganado, otras plazas trabajan en replicar la legislación financiera británica para atraer, por ejemplo, a las Fintech, como se conoce a los servicios financieros online, que Reino Unido ha sido el pionero en albergar.

París intenta situarse en esa carrera, como señala la prensa francesa. Sin embargo, los expertos piden prudencia: el poder de las infraestructuras y las tecnologías de los mercados de la City es tan grande que cualquier posible pérdida de influencia se plantea como un proceso escalonado.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, ya ha nombrado un vicealcalde de negocios que se dedicará en exclusiva a defender los intereses de la City en la negociación del Brexit. La batalla se plantea larga.

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