A mediados del mes de julio el Inegi presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2014 (ENIGH14). Posteriormente, considerando esa información, el Coneval difundió, entre otros textos, su informe sobre la medición de la pobreza en México durante 2014.

El conjunto de las publicaciones tienen datos que revelan disminución del ingreso medio en años recientes, mantenimiento o incremento de la concentración del ingreso y aumento de los pobres en el total de la población.

Los datos presentados en los documentos son particularmente delicados. Por ejemplo, entre los contrastes que se informan en la ENIGH14 está que el decil que tiene el mayor ingreso entre los hogares concentra a 49.3% de los jefes de familia que cuentan con estudios superiores. Estos hogares reciben 35.4% del ingreso corriente total y prácticamente no cuentan con jefes de familia sin instrucción escolar. Por el contrario, el decil uno recibe apenas 1.9% del ingreso corriente total y prácticamente no cuenta con jefes de familia con estudios superiores. Pero más grave es que el decil cuatro recibe 5.2% del ingreso corriente total y tiene 3.4% de jefes de familia con estudios superiores.

El ingreso esta muy concentrado en los deciles superiores de los hogares, pero también en ellos están los pocos que cuentan con educación superior. Modificar los términos de este reparto es una tarea que no se alcanza en plazos cortos y que da cuenta de la compleja y profunda desigualdad que caracteriza a la sociedad en México.

Otro notable contraste se observa al considerar la distribución del gasto corriente ordenado según los deciles del ingreso corriente por habitante. En el primer decil, aquel que recibe los menores ingresos, la población destina algo mas de 50% de su gasto a la compra de alimentos y bebidas, mientras que a educación y esparcimiento es apenas 5.6%. En el decil X se destina 22.5% del gasto a alimentos y bebidas y 20.6% a educación y esparcimiento.

Hay otros datos que dan cuenta de una desigualdad múltiple y diversa que se expresa también en diversas presentaciones del índice que mide la concentración del ingreso. De 2010 a 2014 el coeficiente de Gini, que mide la concentración del ingreso no disminuye, lo mismo si se considera el ingreso corriente total per cápita ajustado, el ingreso corriente trimestral por persona o el ingreso corriente total promedio trimestral. En 2010 el coeficiente de Gini, con base en el ingreso corriente trimestral por persona es de 0.46. En 2014 aumentó a 0.47.

La desigualdad es un dato estructural de la economía del país que tiene múltiples expresiones que la refuerzan, como es el acceso a la educación superior. Por cierto, si no se consideran las transferencias, particularmente importantes en los hogares con menores ingresos, el coeficiente de Gini es mucho mayor, de 0.491 en 2014. Los hogares con menores ingresos realizan una parte importante de su gasto a partir de transferencias producto de la aplicación de diversos programas de la administración federal y de los gobiernos estatales y municipales en menor proporción, que no han modificado la situación de la pobreza como se observa al tener en cuenta los resultados del Coneval.

En el periodo de 2012 a 2014 el porcentaje de la población que vive en el país en condiciones de pobreza aumentó. En 2012 eran 53.5 millones de personas y en 2014 suman 55.3 millones. La población con ingreso inferior a la línea de bienestar creció hasta representar 53.2% del total y la que tiene carencia por acceso a la seguridad social es 58.5%.

Hay otros datos que revelan el avance de la pobreza y de la condición de vulnerabilidad en otros grupos de la población que pueden modificar sus condiciones de vida y conocer la pobreza.

Según el Coneval, en 2014, del total de la población, la considerada no pobre y no vulnerable, es tan sólo 20.5% del total. El futuro no se observa mejor teniendo en cuenta la distribución de los pobres según grupos de edad.

La pobreza entre la población menor de 18 años es muy superior al resto. En este grupo alcanza 53.9% del total. La exclusión social y la desintegración del tejido social son parte del escenario nacional. Mantener el estado de cosas es insostenible para la nación.

Departamento de Economía, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa

vidal.gregorio@gmail.com

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