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El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, indicó ayer que con casi total seguridad las negociaciones para la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no se iniciarán “realmente” sino hasta finales de 2017, y que espera que las discusiones se desarrollen en menos de un año.

En entrevista con Bloomberg, Ross explicó que Estados Unidos (EU) está todavía en la “fase inicial” de su proceso, en los primeros compases de la autoridad fast track que da poderes especiales al presidente para negociar tratados comerciales. Esta Autorización para la Promoción del Comercio (TPA), por su propia naturaleza, tiene un “plan de un par de meses” antes de que se empiece “algo serio”, apuntó el secretario estadounidense.

Bajo esta ley, el presidente Donald Trump tiene que mandar un aviso de 90 días antes del inicio de la revisión de cualquier tratado comercial existente, con un informe de razones y objetivos de la misma.

“Me gustaría tener resultados mañana, pero así no funciona el mundo”, bromeó Ross, para después confirmar que “estamos hablando de la parte final de este año antes de que las negociaciones reales empiecen”.

De la misma manera, el titular de Comercio de EU deseó que “las negociaciones, con suerte, no tomen más de un año”. Otra cosa es su implementación, para lo que no quiso poner fecha. “Son temas muy complejos”, argumentó.

En los compases iniciales previos a los inicios de la negociación quedan muchas dudas, como la naturaleza de las discusiones. No se tiene claro, por ejemplo, si los debates se van a realizar de forma bilateral o trilateralmente junto a Canadá. “El presidente (Trump) indicó su preferencia general por las bilaterales, pero tenemos la mente abierta sobre la forma en la que las discusiones sobre el TLCAN se van a realizar”, indicó Ross.

Lo que para el secretario estadounidense sí está claro es la urgencia de la renegociación. “(El TLCAN) es un tratado viejo. Nuestra economía es diferente”, argumentó. Una tesis que en su opinión tanto las autoridades mexicanas como las canadienses saben, así como son conscientes de las “concesiones” que tendrán que hacer para poder llegar a un nuevo acuerdo. “La única pregunta es cuál será la magnitud y la forma de estas concesiones”, señaló.

Mucho por arreglar. Que todas las partes sepan las bases iniciales de la negociación es “mejor”, según Ross, si bien Estados Unidos todavía tiene que definir gran parte de sus decisiones en tema comercial. Lamentó, por ejemplo, no tener “decisión” sobre si aplicar políticas arancelarias o el denominado impuesto de ajuste fronterizo, algo que sigue “en estudio”.

Lo que sí tiene claro Ross es que del actual TLCAN “hay mucho por arreglar”, ya que en su opinión “muchas cosas que podrían estar bien” en el momento de su firma ahora “no funcionan”. “No hay razón lógica en la que un país, digamos EU, necesita tener un déficit comercial que iguala de forma muy justa el excedente combinado con el resto del mundo”, señaló, marcando la pauta del nuevo rumbo de las relaciones comerciales estadounidenses no sólo con México sino con todo el mundo.

Interrogado sobre la relación “irónica” entre el éxito del presidente Trump y la devaluación del peso —lo que exacerba el problema de déficit comercial argumentado por la administración estadounidense—, Ross se zafó alegando la “complicada ecuación” de una situación que solo sirve para “demostrar que los mercados tienden a ajustarse a la realidad”.

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