Los desacuerdos entre Grecia y sus acreedores incrementan cada día más la posibilidad de que el país abandone la eurozona ante una situación de impago de su deuda, lo que de ocurrir afectará a Italia, España y Portugal, principalmente, además de detonar una fuga de capitales de países emergentes, coincidieron economistas.

El fin de semana pasado hubo otra ronda fallida de conversaciones entre Atenas y sus principales acreedores, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE). Desde ese desacuerdo el acercamiento entre ambas partes ha sido cada vez menor.

Hoy se llevará a cabo la reunión de ministros de finanzas de la eurozona (Ecofin), pero el mercado está descartando que alguna propuesta pudiera ser aprobada, mientras que otros reportes aseguran que se convocará a una reunión de emergencia de líderes europeos para este fin de semana.

Los acreedores exigen a Grecia ajustes en pensiones, otra reforma laboral e incrementos del IVA en bienes y servicios de primera necesidad como medicamentos, alimentación, agua y electricidad.

El pasado 4 de junio, el país heleno pidió al FMI, de Christine Lagarde, juntar los cuatro vencimientos de deuda que tiene en este mes por un monto de 1.6 mil millones de euros (mde) en un solo pago para el día 30. Así, Grecia es el único país que difiere un desembolso al FMI desde que Zambia recurriera a este mecanismo en la década de los 70.

La deuda pública bruta de Grecia ascendió a 177% de su PIB en 2014, siendo la segunda más alta en el mundo después de Japón, con 246%, según el FMI.

En estricto sentido, el siguiente pago griego al FMI debe de materializarse como máximo el 30 de junio, pero después Lagarde debe avisar al Consejo Ejecutivo del FMI dentro de los siguientes 30 días acerca de un eventual incumplimiento, por lo que algunos consideran este lapso como el momento en que se materializa un default de Grecia, expuso Juan Carlos Alderete, estratega de Banorte.

Entonces, si Grecia no paga el 30 de junio puede tener un poco más de tiempo para hacerlo, por lo que “no es tan fácil asegurar que ese día será el crítico para los mercados”, opinó.

Para Gilles Moec, economista de Bank of America Merrill Lynch, los europeos podrán modificar sus calendarios en caso necesario, para permitir una decisión retrasada por parte de Atenas para aceptar un acuerdo.

Sin embargo, consideró difícil que Lagarde y la mesa directiva se hagan de la vista gorda con estos 30 días de “periodo de gracia” en caso de incumplimiento del pago el 30 de junio.

Para Moec, el lunes 20 de julio es la fecha límite para que el gobierno griego desembolse 4.2 mil mde al BCE, el cual tiene los siguientes vencimientos después del FMI.

Las posibles consecuencias de un impago griego en sus vencimientos incluyen controles de capital ante la inminente aceleración de retiros de dineros de banco griegos y, en última instancia, su salida del euro.

Gran parte de la dificultad en las negociaciones radica en que las demandas de los acreedores harían incumplir muchas de las promesas de campaña del primer ministro griego, Alexis Tsipras, quien incluso atribuyó al FMI una “responsabilidad criminal”.

El banco central de Grecia advirtió ayer en un informe que “la incapacidad de llegar a un acuerdo supondría el inicio de un doloroso camino que llevaría a un impago de la deuda de Grecia y luego a una salida del país de la eurozona y, muy probablemente, de la Unión Europea”.

Agregó que “una crisis de deuda manejable, como la que actualmente está en curso, sería una bola de nieve de una crisis incontrolable, con grandes riesgos para el sistema bancario y la estabilidad financiera”.

También en un informe divulgado ayer, el parlamento griego acusó al FMI, al BCE y a la CE de “un ataque premeditado” por las “medidas ilegales” que solicitan.

“Toda la evidencia que presentamos en este informe muestra que Grecia no sólo no tiene la capacidad de pagar esta deuda, sino que tampoco debe pagar esta deuda, porque ésta surge de los acuerdos de la troika, que es una violación directa de los derechos humanos fundamentales de los habitantes de Grecia”, dice el documento.

El economista en jefe de Scotiabank, Mario Correa, dijo que la alta incertidumbre en los mercados, por los desacuerdos entre Grecia y sus acreedores, es porque hay mucho más en juego que el propio país helénico.

Para Alejandro Cervantes, economista senior de Banorte, una eventual salida de Grecia del euro generaría una fuga masiva de capitales no sólo de esa nación, sino de también de la mayoría de las economías emergentes, entre ellas la mexicana, reflejándose principalmente en los mercados accionario y cambiario.

“Sería el primer gran fracaso de la eurozona de salir Grecia”, opinó.

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