Me canso ganso es la frase de moda, porque López Obrador la pronunció en su toma de protesta como Presidente de la República. Me canso ganso es un reto que invita a demostrar que sí puede con un país devastado y ávido de resultados.

La decisión de Andrés Manuel López Obrador de cancelar el Aeropuerto en Texcoco para trasladarlo a la base aérea de Santa Lucía, a la par de otros anuncios, devaluó al peso, bajó la bolsa y prendió los focos amarillos de las calificadoras. Son altas las expectativas que los mexicanos tienen del cambio; más del 60% de la población espera se cumplan las promesas de campaña. AMLO llega con una gran legitimidad y margen de maniobra para impulsar las reformas que necesita el país, ¿se atreverá a hacerlas? La gente espera —según encuesta de EL UNIVERSAL— cambios en la creación de empleos y oportunidades económicas (32%); reducción de la pobreza (24%); combate a la inseguridad (23%) y la corrupción (20%).

Su aspiración de trascender tiene muchos obstáculos que sortear, incluso en su fuero interno. El estilo personal de gobernar sí tiene consecuencias: los mercados reaccionan con nerviosismo y los capitales no tienen bandera ni palabra de honor.

Para consolidar su propuesta de Cuarta Transformación, algunos de los retos que tendrá que superar el Presidente —por el bien del país espero que con éxito— son tan evidentes como disminuir la inseguridad, propiciar la estabilidad económica, preservar el pacto federal y cerrar las brechas de la desigualdad. Pero el reto más difícil, dado su carácter de caudillo y control de las cámaras, será eludir la tentación autoritaria, matizada en consultas a su feligresía.

Su extensa y documentada exposición contra los efectos perniciosos del modelo neoliberal, y su vehemente y reiterado reconocimiento al desarrollo estabilizador podrían hacernos creer que AMLO pugnará por una vuelta al pasado, pero no creo que esto ocurra, toda vez que un proyecto emblemático como el Tren Maya, requiere de una cuantiosa inversión de capital privado. En todo caso, la separación del poder político del poder económico, sería una importante aportación de su gestión; la eliminación de los privilegios fiscales a los dueños del capital, sería un buen inicio.

No tengo elementos para prever si la Cuarta Transformación garantiza el fin de un régimen o su continuidad, conforme transcurran los meses y los años lo sabremos.

No es menor el propósito de erradicar la corrupción del sistema político y la administración pública en México. Garantizaría no sólo que el actual gobierno llevará a buen puerto sus promesas, también que las administraciones futuras tengan éxito asegurado. Sin embargo su propuesta de punto final y perdón a los mejores exponentes del saqueo tiene tufos de impunidad. Así no será posible combatir la corrupción.

Aunque la Cuarta Transformación se sustente en bases legítimas, no debe carecer de contrapesos que la cuestionen. Necesita, como en toda democracia, una oposición responsable y medios de comunicación fuertes. No queremos retroceder.

Seguir por la ruta que llevaba el país tampoco tiene sentido. No vale prejuzgar, no vale oponerse o descalificar sin dar al nuevo gobierno un plazo razonable para probar sus tesis, pero hay que estar atentos a cualquier regresión democrática.

Por eso, espero que el Me canso ganso de López Obrador en la alta tribuna, no sea un desplante autoritario, sino un mensaje de que sí se puede cambiar al país, en bien de las mayorías.

Ex secretaria general del PRD

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