Nuevamente un golpe de terror en Europa. Nuevamente un vehículo usado como arma. Se vuelve complicado intentar establecer un análisis. La información fluye a cuentagotas y como suele ser en los casos de crisis, es pertinente esperar las confirmaciones oficiales.

Amb el meu cor en la meva ciutat mediterrània. T’estimo Barna

Estas informaciones parecen avalar el hecho de que el atropellamiento masivo ocurrido en la céntrica, famosa, transitada y turística avenida de Las Ramblas en Barcelona, se trata de un acto de fundamentalismo religioso con la proclamación de DAESH de los autores del atentado como sus “soldados”. En este sentido, parece repetirse el patrón de los hechos similares ocurridos anteriormente en otras ciudades (Niza, Berlín, Londres): ciudadanos europeos de origen extranjero o con permisos de residencia expedidos con anterioridad. Lo que vendría a señalar que el proceso de radicalización no sólo se debe a los conflictos bélicos y que también responde a la propaganda mediática que encuentra caldo de cultivo en la exclusión social.

Sin entrar en los elementos estrictamente de investigación policial que se vayan acumulando con el paso de las horas y los días, como lo son los dispositivos de seguridad y la retención de dos personas relacionadas con la preparación y/o ejecución del atentado así como la búsqueda de dos sospechosos más, un primer análisis puede centrarse en argumentar que el de este jueves, no ha sido un ataque sólo contra Barcelona o el Estado español (a pesar de que informaciones periodística señalan que la CIA advirtió a los servicios de inteligencia catalanes del riesgo de atentado), sino contra lo que representan Las Ramblas o la ciudad condal por sí mismas.

En primer lugar, Las Ramblas (palabra de origen árabe) es la avenida con mayor afluencia de transeúntes por m2 en Europa –especialmente en verano- (guardando la proporción, algo comparado al paso peatonal de Eje Central y la calle de Madero, en el centro histórico de la Ciudad de México), de los cuales la mayor parte son turistas, dado que es la conexión entre la céntrica Plaza de Cataluña y la zona portuaria de la ciudad. En este sentido, además de causar un mayor número de víctimas, el ataque se dirige también a un símbolo del “modo de vida” occidental que los extremistas consideran como adversario. Sin embargo, este argumento no elimina la contradicción inherente en este modo de vida que establece que la movilidad internacional de personas es bienvenida cuando se trata de turismo (capital) mientras que se busca restringir la misma si el tema se trata de refugiados o desplazados por causas bélicas, políticas, económicas o ambientales.

Es aquí donde descansa lo que representa la ciudad de Barcelona: una ciudad con sus pros y sus contras como todas las grandes ciudades, pero en esencia una ciudad abierta al mar (de forma literal, a partir de 1992 con la celebración de los Juegos Olímpicos), europeísta y cosmopolita. En este sentido, se hace necesario recordar dos hechos: 1) la ciudad de Barcelona, junto con Paris, Lampedusa, Lesbos y otras 4 ciudades españolas firmaron en el año 2015 un manifiesto invitando a ciudades europeas a sumarse a una red citadina para acoger refugiados como parte de los esfuerzos a nivel local para garantizar el derecho al asilo como un Derecho Humano (véase: ). Y 2) más recientemente, en febrero de este año, la casa de los monumentos más famosos del arquitecto Gaudi, fue protagonista de una gran manifestación a favor de los refugiados bajo el lema “queremos acoger”, que si bien representó un acto de presión de la sociedad civil organizada (véase: ) no deja de ser un reflejo del compromiso barcelonés (como lo es también la muestra de solidaridad ciudadana que a llenó las reservas del banco de sangre en cuestión de horas).

Con estos ejemplos, el análisis puede dirigirse al hecho de que el acto de terror político-religioso no ha sido sólo contra Barcelona, también contra todos los esfuerzos que se hacen en pro de la apertura, el entendimiento y la tolerancia como mejor forma de encarar un mundo desbocado y lleno de contradicciones. A diferencia de Alemania, Reino Unido, Francia, Bélgica o Países Bajos; en el Estado español la proliferación de partidos de extrema-derecha se encuentra reducida (algunos podríamos decir contenida en el propio partido gobernante actual aunque ese es tema de otro análisis) o es prácticamente inexistente. En la propia Cataluña, el partido xenófobo catalán “Plataforma per Catalunya” está excluido del arco parlamentario regional.

En este sentido, habría que esperar y promover desde todos los ámbitos el rechazo a cualquier criminalización racista y fascista que a lo único que contribuyen es al proceso de exclusión y desigualdad. Como barcelonés de corazón que soy, confío en que la ciudad sabrá defender a todos aquellos habitantes de nacimiento o por decisión para evitar réditos políticos e ideológicos. Por lo pronto, de corazón y espíritu he estado, seguramente junto con miles más, este mediodía del viernes en Plaza Cataluña para demostrar que el terror no puede vencer.


Internacionalista y experto en Integración Europea
agarciag@comunidad.unam.mx
*El epígrafe catalán significa: Con mi corazón en mi ciudad mediterránea. Te quiero Barna
***En la foto: Elementos de la policía regional catalana, conocidos como los Mossos d’Esquadra, detuvieron ayer a un sospechoso en Ripoll, en el marco de la investigación del ataque en Barcelona. (PAU BARRENA. AFP)

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