Antes del 1° de julio no imaginábamos que la magnitud del triunfo de Morena modificaría de raíz a las fuerzas que dominaron los últimos 30 años. Tampoco estaba calculado que el nuevo gobierno, en términos simbólicos y políticos, empezaría su proyecto con tal intensidad al minuto después del triunfo. En ningún escenario estaba escrito que el ganador de las elecciones ocuparía todo el espacio político y mediático del país durante todo el periodo de transición. El pasado 8 de agosto AMLO recibió su constancia de Presidente electo y con eso se inició la etapa formal y legal de la entrega-recepción entre el gobierno que termina el 30 de noviembre y el que empieza el 1° de diciembre.

El último mes y medio hemos visto un nuevo modo de construir un gobierno. Con el PRI el presidente electo permanecía en la sombra para no incomodar al presidente en funciones y sus tareas de formación de los equipos y proyectos se hacía en silencio, sin presencia pública. Con la alternancia panista no cambió mucho, salvo por el método de elegir al “gabinetazo” de Fox a través de head-hunters. Con AMLO hay otra forma de operación política.

Manuel Alcántara destaca en su libro, El oficio político, que el liderazgo se construye en una relación que establece tres procesos: el que viene del poder del cargo según las reglas y facultades, lo que dicta la Constitución; el que se refiere a las circunstancias en las que se genera el triunfo electoral y el que perfila las habilidades y cualidades personales del oficio político. De las reglas no hay mucho que decir, salvo que en México se han ejercido, junto a las normas legales, otro conjunto metaconstitucional de poderes, como lo llamó Jorge Carpizo. Sobre la materia del segundo proceso se han escrito ríos de tinta, aunque todavía no se termine de entender qué fue lo que pasó, sobre todo por parte de los perdedores. Dediquemos unas líneas al tercer proceso, pero no para hablar de las cualidades o limitaciones del liderazgo de AMLO, sino para presentar algunos de los retos de la agenda que tendrá el Presidente electo.

De su discurso de agradecimiento en el Tribunal Electoral se pueden destacar dos agendas de trabajo, que no todo el tiempo estarán en armonía: por una parte, los compromisos sustantivos que ha sintetizado hasta el momento en 25 proyectos prioritarios (obra, políticas públicas, inversión social, reacomodos institucionales, etc.), como una respuesta al mandato de los votos que se emitieron por un amplio consenso, para la pacificación, por un Estado de derecho y una redistribución del ingreso. Por la otra, está la agenda de lo que será la construcción de una presidencia democrática, es decir, el presidente no será “el poder de los poderes”.

La agenda sustantiva se llevará a cabo mediante las estrategias del desarrollo nacional, en donde se puede destacar el cambio de políticas, sobre todo en materia de inversión pública y de política energética. Los principales ejes de la propuesta necesitan de una pieza básica, la recuperación del Estado, porque de lo contrario ninguna estrategia funcionará. Un Estado para la pacificación requiere de una estrategia nueva en donde se rompa la vinculación perversa entre la corrupción de las élites políticas con el crimen organizado, una regulación de las drogas y una potente justicia transicional. De igual forma, el combate a la corrupción y a la impunidad están ancladas en un rediseño institucional de las fiscalías y en un Poder Judicial que haga su trabajo apegado al derecho.

La agenda democrática necesita de una profundización de la división de poderes y, sobre todo, de una recuperación de la autonomía de los organismos que tutelan los derechos ciudadanos. AMLO no sólo se comprometió a respetar a los otros poderes, a lo que está obligado, sino que tiene la oportunidad de impulsar el rompimiento del sistema partidocrático, al que ya derrotó en las urnas y al que muy pronto se le quitará el 50% del dinero público.

Dos agendas para enfrentar la violencia, la desigualdad y la captura partidocrática: los compromisos sustantivos para el desarrollo y la recuperación de una democracia vulnerada por los que perdieron en las urnas, por la partidocracia…

Investigador del CIESAS.
@AzizNassif

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