El asalto de la naturaleza en estos días, con huracanes y sismos, ha mostrado su furia con muertes y daños y se ha empatado con el arranque formal de las elecciones de 2018. De esta forma, al pragmatismo cotidiano de la lucha por el poder, como el campo en el que se mueve la partidocracia, en los próximos diez meses veremos la agudización del síndrome llamado: “Ganar las elecciones de 2018 cueste lo que cueste”. Hoy estamos al inicio de ese proceso que anuncia, como en los huracanes de la temporada, una enorme fuerza de confrontación a su paso.

¿Cómo inicia el proceso? En estos días ha habido una saturación de eventos políticos: el anuncio de un Frente ciudadano de tres partidos, PAN, PRD y MC; la pequeña crisis en el Congreso por la pugna en torno al nombramiento del fiscal general de la República; el nuevo expediente de corrupción, la Estafa Maestra (de Animal Político y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad); así como el anuncio de Trump para terminar con DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), el programa creado por Obama que ampara a unos 800 mil jóvenes, Dreamers, de los cuales casi 78% son de origen mexicano. Y, para rematar, el guiño de subordinación al trumpismo con la expulsión de México del embajador de Corea del Norte. Poco a poco hemos entrado en el clima que genera la guerra sucia en donde todos los gatos se vuelven pardos y no se distingue lo falso de lo que no lo es. En suma, se dibuja un escenario complicado, en donde la colaboración entre las fuerzas políticas será cada día más escasa y la confrontación subirá de tono a niveles muy altos.

Con un modelo electoral muy complicado por la enorme burocratización de los procesos electorales, una autoridad que no tiene la credibilidad suficiente para arbitrar esta intensa contienda, se ha iniciado la ruta de 2018. Si, además, agregamos que entre la autoridad administrativa, el INE, y la jurisdiccional, los tribunales, hay cada día más diferencias y contradicciones en sus resoluciones, resulta un panorama preocupante. Ya hemos mencionado en este espacio la enorme captura que existe en las instituciones encargadas de tutelar los derechos ciudadanos, pero no se trata sólo de esa apropiación indebida de los partidos, sino de que estamos frente a una autoridad que ha sido rebasada por los problemas. El mismo presidente consejero del INE, Lorenzo Córdova, declaró en una entrevista reciente, que sabe de la desconfianza, pero que pide confiar en los miles de ciudadanos que organizarán los comicios (EL UNIVERSAL, 8/IX/2017). El problema es que no se trata de ese nivel, el de las mesas de casilla que reciben el voto y hacen el cómputo, porque la desconfianza se ha instalado en lo que sucede antes del día de la jornada, es decir, en los millones de pesos que se canalizan a los comicios al margen de la ley; en los amplios recursos públicos que se destinan a favorecer al partido gobernante; en la manipulación que se hace entre la pobreza y los programas sociales para tejer las redes de clientelismo; en la compra y la coacción del voto. Se trata de los graves problemas que acompañan a las elecciones y la autoridad no ve, no escucha y no sanciona como debería para cumplir con la ley y salvaguardar los derechos de la ciudadanía.

Sin contar a las candidaturas independientes que participarán y que hasta el momento no se sabe cuántas serán, parece que habrá tres alianzas partidistas: la coalición oficialista que posiblemente quedará integrada por PRI-PVEM-Panal y PES con un presupuesto de 2 mil 686 mdp; la del frente con PAN, PRD y MC y un presupuesto de 2 mil 591 mdp; y la de Morena con el PT que sólo tendrá mil 36 mdp (Proceso #2132). Estas opciones tendrán características diversas, pero de las tres sólo habrá dos proyectos de país, uno hacia el polo de la derecha que ha sido comandado por los dos partidos que han gobernado el país en los últimos sexenios, y el otro polo de centro izquierda, que en dos ocasiones ha ido bloqueado a la mala, 1988 y 2006. De estas tres coaliciones que iniciarán el proceso como tercios es posible que haya una polarización entre dos y el tercero se rezague, como ha pasado desde el año 2000. Seguiremos…

Investigador del CIESAS.
@AzizNassif

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