En sus 35 años de vida el espacio ha mantenido su divisa de independencia, bajo la convicción de que el periodista sirve a la sociedad, no al poder en ninguna de sus facetas, ya sea política, ya sea económica.

En los gajes del oficio, en el avatar de la crítica, las presiones, las amenazas, los intentos de censura se volvieron cotidianos.

El precio de la libertad.

Hoy la jornada llega a su fin, ante un nuevo reto, el representar a mi país en el exterior.

Sin buscarlo ni pedirlo, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo a bien nombrarme embajador ante la Santa Sede, lo que ayer ratificó la unanimidad de los integrantes de la Comisión Permanente del Congreso.

Al anuncio se criticó que careciera de experiencia en el ejercicio diplomático.

Es cierto, mi vida profesional se ha desarrollado en la docencia, el periodismo financiero, la divulgación cultural y la escritura de libros.

Se podría alegar que ninguno de los que me han antecedido en el cargo que asumiré con orgullo y emoción por servir a mi país, tenía currícula diplomática.

Sin embargo, no usé ni usaré la carta como defensa.

En un escenario envenenado por los extremismos, se dice que se trata de una suerte de premio a mi postura ideológica en favor de las mejores causas del país, que hoy, es justo la que enarbola el actual gobierno.

Eso que se lo pregunten al Presidente.

Alguna vez, en víspera de la firma del documento final del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el presidente Carlos Salinas De Gortari me invitó a una gira por Estados Unidos.

La intriga del resto de los invitados llegó al director de Comunicación Social de la Presidencia, José Carreño Carlón: -Por qué invitan a Barranco siendo crítico del acuerdo mercantil.

La respuesta fue la misma: -Pregúntenle al Presidente.

En mi comparecencia ante la Segunda Comisión de la Permanente reiteré mi fe católica, pero también mi orientación ecuménica y mis convicciones juaristas.

El laicismo del Estado mexicano que ha surgido tras dolorosas guerras civiles no ha sido obstáculo para estrechar coincidencias con el Estado Vaticano; marcar una agenda común desde el escenario bilateral hacia el multilateral, y el volver permanente una ruta de intercambio cultural.

Agradezco la generosa hospitalidad en este espacio de EL UNIVERSAL por parte de sus directivos y funcionarios: Juan Francisco Ealy Ortiz, Juan Francisco Ealy Lanz Duret, David Aponte y Esteban Román.

Se termina la columna, pero no se agota la tinta. Gracias a usted que nos distinguió con su lectura.

Balance general.

Banorte es el banco que hasta hoy más le ha apostado a la adquisición de papeles de deuda de entidades como Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, cuyo aval es el gobierno. El monto alcanza 110 mil millones de pesos.

Aun así, la intermediaria encabezada por Carlos Hank González está pactando con Goldman Sachs un derivado de crédito por 15 mil millones de pesos, lo que permitiría extender sus posiciones aprovechando la caída en el valor de costo nominal de los papeles tras la degradación de la calidad crediticia de la petrolera.

El instrumento, al que ningún banco mexicano se atreve, implica que si los bonos de deuda no fueran redimidos por la emisora, Goldman Sachs se hace responsable del pago.

Banorte amplió su cartera durante la época en que el responsable de ese tipo de apuestas era Guillermo Chávez, quien sostenía que al registrarse los papeles en la Secretaría de Hacienda se garantizaba su amortización.

El banco celebrará este mes una reunión de consejeros, a la que acude el presidente Andrés Manuel López Obrador.

albertobarrancochavarria0@gmail.com

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