André Lagravére

se presentó en La México para su confirmación de alternativa. Llevó de padrino al francés Sebastián Castella y de testigos a Paco Ureña y a El Payo. André derrochó voluntad, variedad y, por momentos, toreo con pulcritud con la muleta.

Los astados de Xajay en general se prestaron poco para el lucimiento —el segundo rescató a la divisa—, aunque me parece que el arrastre lento otorgado por el juez de plaza Enrique Braun, fue desmedido; después fue severo al negar un trofeo a El Galo , pedido por el público en su mayoría del octavo, y el premio quedó en una vuelta al ruedo.

El Payo

bordó en su primer turno siete Verónicas y dos medias, seguidas por dos y una media, bellísimas con la muleta en la mano izquierda, y en la derecha templó a un toro de buen estilo en la embestida, al que por fallar con la suerte suprema, todo quedó en salir al tercio. Su segundo no le fue propicio.

Castella

y Ureña dejaron instantes de belleza y deseo de triunfar que se eclipsaron por la calidad de los astados y sus fallas en la suerte suprema. Deseamos tiempos mejores para todos, lo merecen, y que la Guadalupana del jueves próximo, sea de gran éxito.

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