El Liverpool superó al Wolverhampton (1-0) con un tanto del senegalés Sadio Mané y con la ayuda del VAR , que anuló un tanto por un fuera de juego milimétrico al equipo de Nuno Espírito Santo y validó el de los "reds" tras descartar una posible mano de Adam Lallana.

La tecnología se decantó por el Liverpool , líder trece puntos por encima del Leicester, y decidió uno de los choques más ásperos que ha vivido Anfield en los últimos tiempos.

Y es que las cifras del Wolverhampton lejos de su estadio ofrecían respeto: una derrota a domicilio sobre la bocina frente al Tottenham, tres victorias y seis empates.

Sin embargo, para intentar rascar algo en Anfield, Espírito Santo sacó a relucir su vertiente más conservadora. Dejó en el banquillo a sus hombres gol de la temporada y a la sensación del curso, el español Adamá Traoré, que vio el partido junto a suplentes como el mexicano Raúl Jiménez , máximo goleador de los Wolves en la Premier League con ocho aciertos, o Matt Doherty, autor de tres.

Apostó por Max Kilman y por Ryan Bennett en el centro de la defensa y por los portugueses Pedro Neto y Ruben Vinagre para ocupar los huecos de Traoré y Jiménez.

El Liverpool acumuló pocas ocasiones hasta la aparición de Mané, pero dominó de forma incontestable.

Con la única novedad en el once de Adam Lallana en el lugar del guineano Naby Keita, los "reds" pasaron por encima del Wolverhampton y, aunque abrieron tarde el partido, pudieron marcharse al descanso con una renta más amplia con ocasiones de Lallana, del egipcio Mohamed Salah y del holandés Georginio Wijnaldum.

Al final, fue Mané quien hizo justicia para el Liverpool tras recoger un rechace con el hombro de Lallana y superar en un mano a mano al guardameta portugués Rui Patrício.

El VAR checó la jugada por una posible mano de Lallana y dio validez al gol del Liverpool. No hizo lo mismo con el tanto de Pedro Neto para los Wolves en el tiempo añadido del primer acto. En su caso, anuló el tanto del empate por un fuera de juego milimétrico del lateral español Jonny Castro.

Con un enfado monumental, "Los lobos" se fueron al vestuario, lamentando el tanto invalidado de Neto sin el que seguían por detrás en el marcador. En los siguientes 45 minutos, tenían que cambiar su actitud pasiva.

Hombres como el mexicano Raúl Jiménez y el español Adama Traoré esperaban su turno para revolucionar el choque y, mientras, Espírito Santo mandó adelantar sus líneas.

El dato del cambio fue incontestable. En los siete primeros minutos, el Wolverhampton acumuló el 73 por ciento de la posesión. Y, a los 60 minutos, terminó con su conservadurismo para siempre. Saltaron al campo Traoré y el marroquí Romain Saiss y Espírito Santo cambió su esquema y pasó a jugar con tres delanteros.

En teoría, el Liverpool iba a tener más espacios para hacer lo que más le gusta, machacar a sus rivales como una apisonadora. Sin embargo, los cambios funcionaron para el Wolverhampton, que dominó casi todo el segundo acto.

Sólo le faltó probar al portero brasileño Allison Becker, que sólo tuvo que intervenir a un disparo de Diogo Jota tras un error del holandés Virgil Van Dijk.

Entonces, Espírito Santo utilizó su última bala con la salida al césped de Raúl Jiménez. No tenía nada que perder y sacó a toda su artillería.

Y, durante veinte minutos, intentó desesperadamente acercarse a las inmediaciones de Alisson, que respiró aliviado cuando Jiménez, Vinagre y Traoré no acertaron entre los tres palos.

Al final, el Liverpool aguantó las acometidas de un equipo incómodo y se llevó su enésima victoria de la temporada con la que dio un paso más hacia el título. Con un partido menos, saca trece puntos de distancia al Leicester. El Liverpool no tiene rival.

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