En los años 70 los camellones dejaron de ser sólo esos espacios entre la circulación vial, la ciudad había crecido tanto y tenía tan pocas áreas de recreación que las autoridades vieron en esos sitios la opción para colocar juegos infantiles y canchas. La vida al aire libre se empezó a vivir incrustada en el tráfico y luego hasta debajo de los puentes vehiculares