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El balón ya corre por las canchas de Rusia, y aquí se vive una verdadera euforia mundialista. Las calles están repletas de hermandad, cordialidad y mucha fiesta.

Aquí no importan las razas, los géneros o el equipo al que apoyes. Los millones de aficionados que han abarrotado las avenidas de las ciudades que albergan partidos se han unido en torno a una misma pasión. Y una de las aficiones más grandes y entusiasmadas es la de Francia, cuya selección llega con la responsabilidad y la obligación de estar entre los mejores.

Así lo reconoce su delantero estrella Antoine Griezmann, a quien nadie le roba el sueño de levantar la Copa, un triunfo que su país no celebra desde 1998, cuando fueron sede del evento. Le encantaría repetir ese logro.

Francia llega como uno de los favoritos, tiene uno de los planteles más caros, pero sobre todo el talento es lo que respalda a esta gran selección...

Sí, nosotros ya mismo tenemos intenciones muy altas, queremos ir hasta la final y tenemos el nivel y los jugadores para hacer un buen Mundial.

La parte ofensiva del equipo luce muy sólida. En cada posición hay un relevo o incluso hasta se pueden dar el lujo de plantear de diferentes maneras...

Sí, tenemos jugadores arriba que juegan en grandes clubes y ojalá estén también enchufados los suplentes, porque —al final— pueden ganar un sitio en el 11.

Lo más importante es que, cuando hay un equipo de tantas estrellas, se lleven bien, y se nota que hay un muy buen ambiente, lo cual —evidentemente— favorece el resultado.

Sí, convivimos muy bien juntos, tenemos un buen vestidor, y muchas ganas de jugar, aprender y luchar para que este sea nuestro Mundial. El grupo que nos tocó ha sido difícil. Aunque no lo parezca, son equipos muy complicados de enfrentar, también atrás y nosotros buscamos las soluciones en cada uno de los partidos.

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