Desde 1990, por iniciativa del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se estableció el 28 de septiembre como Día por la Despenalización del Aborto o Día de Acción Global por el acceso al aborto legal y seguro.

El objetivo, detener la criminalización contra la interrupción de embarazos y asegurar la salud de quienes decidieran abortar. En este asunto, inmerso en constante polémica, intervienen ideologías morales y religiosas, difíciles de acoplar con las necesidades ineludibles de libertad sexual y física.

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El derecho a decidir sobre el cuerpo propio es una de las demandas básicas y más antiguas del movimiento feminista. La maternidad voluntaria pasó por un sinfín de debates bajo el punto de vista legal, social, médico, ético y moral, siempre con obstáculos y resultados vagos.

En esta primera entrega para repasaremos algunos intentos para despenalizar el aborto en México, sobre todo el suscitado hace 40 años, cuando Miguel de la Madrid ofreció una pequeña, pero esperanzadora, ventana para las consignas feministas y fracasó.

Además de la despenalización, se requiere capacitación y ética en los servicios médicos para atender plenamente a quienes soliciten interrumpir su embarazo. Persisten casos de violencia obstétrica o ginecológica en el sector salud debido a los prejuicios contra el aborto. Foto: Miguel Castillo/Archivo EL UNIVERSAL.
Además de la despenalización, se requiere capacitación y ética en los servicios médicos para atender plenamente a quienes soliciten interrumpir su embarazo. Persisten casos de violencia obstétrica o ginecológica en el sector salud debido a los prejuicios contra el aborto. Foto: Miguel Castillo/Archivo EL UNIVERSAL.

Se intentó despenalizar el aborto desde inicios del siglo XX

Durante esta larga travesía en materia de salud y derechos humanos, México tuvo antecedentes sobre el aborto desde el siglo XIX, cuando se consideró un crimen de gravedad, a excepción de que la vida de la madre estuviera en peligro o el embarazo se interrumpiera sin su consentimiento.

No fue hasta la primera década del siglo XX que un naciente movimiento feminista cuestionó las normas para penalizar el aborto, con lo que abrió la puerta al concepto de planificación familiar y consideró la salud de la mujer como una igualdad de derechos.

Por la década de 1930, con la intervención de activistas como Matilde Rodríguez Cabo, primera especialista en psiquiatría en México y líder del naciente movimiento feminista, se habló del aborto por motivos socioeconómicos y psicológicos, en uno de los primeros intentos para despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo.

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Desde esas protestas se determinó que el procedimiento podría aplicarse sólo en las primeras semanas de gestación y con la asistencia de personal médico capacitado, para evitar consecuencias fatales al recurrir a sitios clandestinos.

Casos de menores de edad embarazadas, en pobreza extrema o de madres solteras eran una preocupación mayúscula para la política demográfica de los 80. Mujeres de escasos recursos recurrieron a programas de asistencia social para mantener a sus hijos. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
Casos de menores de edad embarazadas, en pobreza extrema o de madres solteras eran una preocupación mayúscula para la política demográfica de los 80. Mujeres de escasos recursos recurrieron a programas de asistencia social para mantener a sus hijos. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
Una mujer embarazada espera afuera de un hospital público para recibir atención médica. La planificación familiar y métodos anticonceptivos eran temas polémicos en los sectores más vulnerables. Foto: Gildardo Solís/Archivo EL UNIVERSAL.
Una mujer embarazada espera afuera de un hospital público para recibir atención médica. La planificación familiar y métodos anticonceptivos eran temas polémicos en los sectores más vulnerables. Foto: Gildardo Solís/Archivo EL UNIVERSAL.

Por esos años, Yucatán marcó un parteaguas social con el cambio de su Código Penal, en especial por dos puntos que erradicaron la penalización del aborto en casos de malformaciones o por dificultades económicas que imposibilitaran mantener al niño.

Fuera de esa modificación, pasaron más de treinta años para que, en la década de 1970, se retomara el debate sobre la legalización del aborto a nivel nacional.

Organizaciones como el Comité Nacional de Mortalidad Materna y el grupo socialista Mujeres en Acción Solidaria defendieron la maternidad voluntaria, aborto legal y el acceso a anticonceptivos. En 1976, se realizó la Primera Jornada Nacional sobre Aborto y la Coalición de Mujeres Feministas (CMF), quienes presentaron una propuesta legislativa que fue ignorada por la Cámara de Diputados.

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Pese a ese intento fallido, se fundó el Grupo Interdisciplinario para el Estudio del Aborto en México y aseguraron que la interrupción del embarazo debía despenalizarse y era necesario un cambio en su normatividad.

Tres años después, la CMF y el Frente Nacional de Lucha por la Liberación y los Derechos de las Mujeres presentaron otro proyecto de ley junto con el Partido Comunista Mexicano, primer aliado a la causa dentro del Congreso. A pesar de algunas marchas y las solicitudes, no tuvieron éxito.

Gran número de los embarazos no deseados en México se atribuyeron a la nula educación sexual, pero también algunas mujeres se embarazaron para salir de sus pueblos, algo que no les aseguró una buena calidad de vida ni a su bebé. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
Gran número de los embarazos no deseados en México se atribuyeron a la nula educación sexual, pero también algunas mujeres se embarazaron para salir de sus pueblos, algo que no les aseguró una buena calidad de vida ni a su bebé. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.

“Sé que es un tema delicado”

En un ambiente de impotencia y desánimo, la década de 1980 llegó con nuevas oportunidades para la despenalización del aborto en México y otras naciones, aunque también aumentaron las condenas públicas al respecto.

Entre los debates de la LI Legislatura del Congreso de la Unión –periodo 1979 a 1982–, se ejecutó una presentación exhaustiva de especialistas y opiniones sobre la interrupción del embarazo.

Algunos expertos solicitaron que la decisión de la legislatura tuviera como antecedente una consulta popular para conocer el sentir de los mexicanos, pues una mayoría no cuantificada se expresó en contra del aborto. El debate duró tres años, pero no hubo acuerdos viables y se desechó el proyecto.

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En agosto de 1982, semanas antes del cambio de legislatura, el entonces presidente de la cámara baja, Luis M. Farías, aseguró que una reglamentación en materia de aborto “hubiera provocado graves diferencias entre los mexicanos. […] No era oportuno, ni el tiempo para ello”.

Durante la campaña presidencial de 1982, el entonces candidato del PRI, , expuso su perspectiva en política demográfica, incluyendo el aborto. “Sé que es un tema delicado. […] Debemos estudiarlo con serenidad y llegar a conclusiones que nos permitan en el momento oportuno promover las medidas legales”.

Aunque desde el sexenio de Luis Echeverría se abordaron temas de planificación familiar y la posibilidad de interrumpir embarazos, Miguel de la Madrid fue el primero en proponer, por la vía legal, una despenalización parcial del aborto.

En la Reunión Nacional de Consulta Popular sobre Población de 1982, Miguel de la Madrid consideró la despenalización del aborto como herramienta de planificación familiar, sobre todo en casos de pobreza, pero su victoria presidencial no aseguró sus planes. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
En la Reunión Nacional de Consulta Popular sobre Población de 1982, Miguel de la Madrid consideró la despenalización del aborto como herramienta de planificación familiar, sobre todo en casos de pobreza, pero su victoria presidencial no aseguró sus planes. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.

“Controversiales” cambios en el Código Penal, propuesta de Miguel de la Madrid

Para el 6 de diciembre de 1982 y con presidente nuevo en Palacio Nacional, algunos legisladores “de izquierda” e investigadores exigieron la elaboración de un Código Penal que se ajustara a las medidas constitucionales y erradicara imposiciones de sexenios pasados. Sobre todo, solicitaron el cambio en los artículos 330 al 334 del reglamento para descartar el aborto como delito.

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El Partido Socialista Unificado aseguró que la mujer es “la única que tiene que decidir sobre si desea tener un hijo o no”, en tiempos donde más 600 mil operaciones clandestinas se ejecutaron para interrumpir embarazos y al menos 50 mil mujeres murieron por las pésimas condiciones.

El debate sobre el Código Penal y la interrupción voluntaria del embarazo comenzó en los primeros días de mayo de 1983, con la presentación del anteproyecto de la Procuraduría General de la República (PGR)para despenalizar –sólo en ciertas circunstancias– el aborto.

“[La propuesta para el Código Penal] mantiene la existencia del delito [de aborto], pero reconoce que algunas regulaciones estatales señalan casos no punibles e incorpora el concepto de ‘aborto voluntario’, en que concuerdan hombre y mujer”, se leyó en las páginas de EL UNIVERSAL.

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Para ese momento, el reglamento penal estipuló que el aborto no se perseguía cuando fuera consecuencia de la imprudencia o descuido –comprobado– de la mujer; tampoco cuando el embarazo se produjo tras una violación o cuando la vida de la madre corría riesgo.

Los motivos ajenos a esos estándares enfrentaban condenas de uno a ocho años de cárcel y multa. El anteproyecto de la PGR no despenalizaba todos los abortos, pero incluía como lícitos los casos de malformación del feto o pobreza extrema de la madre, y reducía las penas en los demás.

Las protestas contra el anteproyecto de Código Penal en 1983 se enfocaron en las “desgracias morales” que implicaba eliminar el adulterio como delito y la despenalización del aborto. Entre sus propuestas estuvo reducir penas contra jóvenes drogadictos y endurecer el castigo contra los narcotraficantes. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Las protestas contra el anteproyecto de Código Penal en 1983 se enfocaron en las “desgracias morales” que implicaba eliminar el adulterio como delito y la despenalización del aborto. Entre sus propuestas estuvo reducir penas contra jóvenes drogadictos y endurecer el castigo contra los narcotraficantes. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

“El derecho de las mujeres no viene al caso”

Entre agosto y noviembre de 1983, EL UNIVERSAL presentó numerosas opiniones sobre la interrupción del embarazo “legalizada”. Uno de los colaboradores más activos en ese tema fue Rafael Moya García, quien consideró que “el problema de legalizar el aborto es que permite o no disponer de una vida inocente e indefensa”.

“[El derecho de las mujeres a elegir sobre su cuerpo] no viene al caso, porque se dispone de un cuerpo completamente ajeno: el del hijo”, mencionó para EL UNIVERSAL. Además, Moya García auguró un aumento en el gasto público para atender abortos legales y para tratar secuelas de operaciones clandestinas “porque, en ningún país donde se legalizó, desaparecieron los clandestinos”.

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Otra perspectiva que recuperó este diario fue del entonces oficial mayor de la Cámara de Diputados del Estado de México, Gerardo Sánchez, quien aseguró que las legislaturas estatales “rechazarían despenalizar el aborto y en cambio incrementarán la penalidad para el delito en caso de violación”.

“Los estados harán valer su calidad de libres y soberanos y no admitirán presiones en el caso de que la federación llegara a despenalizar el aborto”, aseguró el legislador mexiquense.

Dentro del PRI tampoco hubo mucho respaldo. La diputada y representante del sector femenil de la Confederación de Trabajadores de México, Hilda Anderson, aseguro que “las mujeres priistas estamos en contra de que se legalicen los abortos”.

“Se deberían estimular considerablemente los programas de orientación sexual. […] Es mejor la preparación y la conciencia, que arriesgarse en operaciones riesgosas”, consideró la legisladora.

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Contingentes feministas impulsaron el anteproyecto de la PGR. Una de las voces a favor fue la entonces senadora yucateca, Esther Hoyos, quien apoyó la postura de Miguel de la Madrid, pero también consideró que, "si la consulta popular dice que éste no es el momento para modificar la legislación, tendremos que respetar la opinión de las mayorías".

Las asociaciones Pro-Vida tuvieron influencia de grupos religiosos y sociales para condenar el aborto. En 1983 y bajo el pontificado de Juan Pablo II, el Vaticano renovó su Código Canónico; se eliminaron 31 pecados que provocaban la excomunión, pero se mantuvo la interrupción del embarazo como causa suficiente para la expulsión. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
Las asociaciones Pro-Vida tuvieron influencia de grupos religiosos y sociales para condenar el aborto. En 1983 y bajo el pontificado de Juan Pablo II, el Vaticano renovó su Código Canónico; se eliminaron 31 pecados que provocaban la excomunión, pero se mantuvo la interrupción del embarazo como causa suficiente para la expulsión. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.

La defensora de los derechos humanos, Mariclaire Acosta, escribió para EL UNIVERSAL que la despenalización del aborto en 1983 buscó “resolver un problema de salud pública que reviste características verdaderamente graves”.

“Cuando en México se habla de despenalizar el aborto, no se está hablando de legitimar una conducta frívola y criminal […], se trata de restituirle a las mujeres la capacidad de decidir sobre sus propios cuerpos, capacidad que les fuera arrebatada hace poco más de cien años [por el Código Penal de 1871, primero en criminalizar la interrupción del embarazo]”, sostuvo la activista.

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Evidentemente, las voces en contra ganaron por mayoría. Aunque se argumentó que el Código Penal propuesto no permitía todos los casos de aborto –en un intento por entenderse con los más conservadores–, el grueso del pueblo dijo “NO” y el anteproyecto se desechó.

Continuó la criminalización legal y social contra mujeres que abortaron, ya fuera por una violación, por un embarazo de alto riesgo o por la plena decisión de no tenerlo. Para 1990, la Cámara de Diputados descartó por completo la posibilidad de despenalizar los abortos en un futuro cercano.

El entonces encargado de la Comisión de Salud de la cámara baja, Víctor Sarabia Luna, sostuvo que, a pesar del persistente número de abortos clandestinos, el pueblo mexicano “no está preparado para recibir la legalización, pues prevalecen principios tradicionales regidos por la fe religiosa”.

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Para nuestra siguiente entrega, abordaremos los intentos y victorias de contingentes feministas para alcanzar la despenalización del aborto a nivel estatal y federal. Cuarenta años después, hoy .

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Pie: La despenalización del aborto –por cualquier causa– aboga por la seguridad de las mujeres que decidieron interrumpir su embarazo, eliminando los riesgos que corren al recurrir a procedimientos clandestinos. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
Pie: La despenalización del aborto –por cualquier causa– aboga por la seguridad de las mujeres que decidieron interrumpir su embarazo, eliminando los riesgos que corren al recurrir a procedimientos clandestinos. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
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