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A las 9:30 horas, con el rostro de sus hijos en el pecho, los padres de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, a los que nunca han dejado de buscar durante más de cuatro años, esperaron. Entonces les abrieron las puertas de Palacio Nacional, el Presidente de la República los vería y se comprometería a encontrar la verdad cueste lo que cueste.

En el Salón Tesorería, donde el Presidente recibe a los jefes de Estado de otras naciones, esperaron por última vez, sólo 30 minutos, sentados, en primera fila.

El licenciado Andrés Manuel López Obrador entró a ese lugar, los padres de los 43 le reconocerían con un aplauso; los escucharía y se comprometería.

Al lado del Presidente, en la mesa frente a los padres de los 43 desaparecidos, lo acompañaban la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas Rodríguez, entre otros funcionarios del nuevo gobierno mexicano.

López Obrador, sobrio, vistió con traje negro, se sentó entre María Martínez Zeferino, madre de Miguel Ángel Hernández Martínez, y Emiliano Navarrete, padre de José Ángel Navarrete González, ambos normalistas que desaparecieron esa violenta noche del 26 de septiembre de 2014.

Hay expectación. Todos prestaron atención a los discursos de los funcionarios, quieren dar con el paradero de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa.

Primero interviene Sánchez Cordero, luego Encinas Rodríguez.

Doña María lleva la voz de los padres de Ayotzinapa, habla firme y el Presidente y su equipo se muestran atentos, ella se ve optimista y manifiesta su confianza en el mandatario; sin embargo, después de una lucha de 50 meses, sus palabras dejan ver el recelo que existe en los padres y madres, quienes han escuchado muchas promesas antes.

Cuando el Presidente firma el decreto, los familiares estallan: “Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos”, seguido del conteo del uno al 43 que resonó en las paredes de Palacio Nacional.

El presidente López Obrador levantó con orgullo el documento y lo colocó a la altura de su pecho, sin decir más.

“Tengan confianza”, les pidió el mandatario a los familiares.

“Yo espero que pronto conozcamos la verdad, que se haga justicia y se ponga un ejemplo para que nunca más se violen derechos humanos en nuestro país”, afirmó.

“Es un hombre de palabra”, aseguró en su discurso Sánchez Cordero respecto al Presidente, porque con el acto de hoy, está cumpliendo la promesa que hizo el pasado 26 de septiembre a los familiares de los 43 normalistas desaparecidos.

En el salón se siente la esperanza por una nueva etapa del caso. El momento es considerado como un parteaguas para la pacificación y reconciliación del país que prometió el nuevo gobierno.

Padres y madres de los 43 aseguran que la confianza se construirá conforme avance el proceso, ellos continuarán activos, en la lucha, y esperan trabajar hombro con hombro con el nuevo gobierno, con el presidente López Obrador.

El Presidente se retira del Salón Tesorería con un compromiso ante los padres de 43 estudiantes desaparecidos hace cuatro años y en su mente una de tantas palabras de ellos: “Que las puertas de Palacio Nacional estén abiertas para Ayotzinapa cuando sea necesario”.

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