El gritar “¡ganamos!” cuando juega el equipo de futbol favorito, tiene un efecto a nivel cerebral parecido al de una droga. Detona la secreción y liberación de oxitocina y dopamina, hormonas asociadas al placer, explicó el académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM , Erik Salazar Flores.
“Que gane mi equipo me alegra porque estoy triunfando”, pero me hace más feliz, por mi mexicanidad, si la Selección Nacional derrota a la de un país rico. En el futbol nos reivindicamos cuando ganamos a Estados Unidos, por razones históricas y políticas. Por el contrario, al perder el “Tri”, sobre todo ante esta selección, el aficionado mexicano sufre y se frustra”, señaló.
El sentimiento por la derrota, aseguró Salazar Flores, refuerza la identidad compartida pues el otro, que también es aficionado de mi equipo, sufre conmigo. Uno prefiere padecer o tener una experiencia placentera en compañía. Eso es parte de la identidad colectiva, relevante para los seres humanos.
La afición en el estadio no son individuos sino todo un ser social, articulado, que puede actuar coordinadamente para hacer una porra y gritar todos al mismo tiempo. Al efectuar la ola “expresamos que no somos uno solo”.
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Señaló que con la pandemia por Covid-19, el aislamiento y los partidos de futbol en estadios casi vacíos, “sí hay pierde” porque el ser humano está diseñado para interactuar cara a cara, considera el psicólogo. Es diferente cuando la interacción está mediada por una pantalla. Hay mayor euforia en ver un partido en un recinto que en la televisión.
Las copas mundiales, por ejemplo, son exitosas y la afición “también nos involucramos mucho en esos eventos aunque no sean presenciales”, agregó Salazar Flores.
El profesor universitario comentó que en el balompié la derrota se vive como una afrenta y por eso hay eventos violentos. Esto también ocurre porque en los estadios se da una “desindividualización”, no hay responsabilidad personal porque estamos en grupo. Eso es lamentable, consideró.
El futbol, sus equipos y la afición ocupan el espacio de otras entidades mal vistas por la sociedad, como los partidos políticos y sus partidarios, agrega.
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Pese a ciertos estigmas en algunos grupos de aficionados, normalmente tiene más aceptación social la afición al futbol, que ser crítico de la sociedad. En algún equipo anclamos nuestra identidad para desarrollarnos, y nuestra lucha que debería estar en otro lado, de algún modo, está anclada o “colonizada por el futbol”.
Salazar Flores considera que la afición es machista-homofóbica cuando grita “puto”, que es un grito de cobardía. “Esta palabra principalmente significa homosexual, por lo menos en la cotidianidad. Y va de la mano del machismo”.
Algunos les preocupa que por esta expresión el seleccionado de México podría no participar en la próxima copa mundial y ser vetado de estadios, pero lo que debe inquietar más, dijo, es que se exprese ese grito homofóbico porque es degradante y un insulto a una orientación sexual. Además, describe perfectamente buena parte de lo que somos como sociedad con quien es diferente a “la normatividad dominante, que es la heterosexual”, refirió.
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jabf/rdmd
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