Es un memorial que da servicios de cremación a gente de clases media y alta, a las personas que desean incinerar los restos de sus seres queridos que han fallecido. Se trata del Memorial San Ángel, ubicado en la alcaldía Álvaro Obregón, junto al conjunto residencial Atlamaya, a un lado del Panteón Jardín.

Es un microcosmos de lo que ha sucedido durante todos estos meses en la Ciudad de México a causa de la pandemia del coronavirus, y de lo que está ocurriendo ahora, en diciembre.

Las cosas se están deteriorando a tal nivel que las cremaciones han vuelto a los niveles del peor momento de la pandemia, que fue mayo, cuando hubo un promedio de tres servicios por día, e incluso hay jornadas que superan aquella situación, como ha sucedido esta semana, pues durante dos días consecutivos —miércoles y jueves— hubo cuatro incineraciones por jornada.

En marzo, cuando empezó la pandemia, este lugar tuvo 13 cremaciones de gente que murió como consecuencia de la enfermedad Covid-19. El encierro apenas empezaba, había un servicio si acaso cada dos días.

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En abril las cremaciones subieron a 19.

En mayo vino lo peor y llegó la saturación: las cremaciones casi se quintuplicaron. Hubo 92 incineraciones de cadáveres cuyos certificados de defunción eran contundentes: “Covid-19”.

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El verano trajo un poco de más calma. En junio, los casos se redujeron casi a la mitad (49). En julio descendieron 57%, respecto al mes previo, cuando hubo hasta 21 incineraciones.

En agosto bajaron un poco más, a 18, y en septiembre se estabilizaron con el mismo número de cremaciones (cuatro a la semana, en promedio).

En otoño empezaron a crecer nuevamente las cremaciones. Octubre registró 20 casos y noviembre se disparó a 31, una cremación por día, lo que implicó un aumento de 55% respecto a octubre y un crecimiento de 64% con relación a los 19 casos por mes que en promedio hubo durante el verano.

Registros preocupantes

Hasta el 15 de diciembre, la contabilidad marcaba 15 casos, uno por día, como en noviembre, pero este miércoles se cuadriplicaron los servicios, para superar los niveles de mayo. Hubo cuatro incineraciones Covid en un solo día. Este jueves, viernes y sábado sucedió lo mismo: hubo cuatro casos más en cada jornada.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el gerente de Memorial San Ángel, Marco Antonio Morales, explica la situación.

“En mayo tuvimos 92 cremaciones de Covid-19, un promedio más o menos de tres por día, 2.9, si quieres ser muy exacto.

“Del 1 al 15 de diciembre estábamos teniendo una por día, pero ahora que ya empezó todo esto de la saturación de los hospitales, nos estamos empezando a allegar de casos que están superando el promedio diario que teníamos en mayo.

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El horno no paraba día y noche, recuerda el gerente, quien comenta que en diciembre está empeorando la situación y que todavía falta casi la mitad del mes, con todo y sus fiestas y reuniones de Navidad y Año Nuevo, por lo que enero podría ser todavía más oscuro, augura. “Ojalá que no”, añade. Roberto García, vicepresidente de la Asociación Nacional de Directores de Funerarias, que tiene 150 asociados a nivel nacional, narra que el total de cremaciones se ha incrementado 50% comparado con 2019.

Pero ese aumento podría ser más pronunciado al final del año. Señala que actualmente “los puntos más rojos” de crecimiento están en Ciudad de México, Estado de México, Tijuana, Ciudad Juárez, Tijuana y Puebla.

Proceso

Son las 19:20 horas en el Memorial San Ángel. En esta zona arbolada de la capital ya hace frío cuando una camioneta blanca del ISSSTE se detiene en un patio aislado.

Tres trabajadores descienden del vehículo, abren la puerta trasera y extraen una camilla de metal.

Llevan un cadáver envuelto en una bolsa blanca. Se trata de una persona más que ha fallecido por Covid-19.

Los trabajadores entran al crematorio, se acercan a una mesa rectangular de metal que tiene ruedas, y que está colocada a tres metros del horno encendido.

No cargan con mucho respeto el cuerpo inerte. Aproximan la canastilla y la ladean, hasta que el cadáver se rueda y golpea la plancha. La maniobra dura apenas unos 46 segundos.

Un trabajador del crematorio toma una botella dispensadora y lanza un spray desinfectante sobre la bolsa que cubre el cuerpo de la mujer que falleció por Covid-19.

Él sí tiene un traje aislante como de astronauta, guantes para protegerse de altas temperaturas y mascarilla industrial.

Abre la puerta del horno, empuja la plancha con ruedas hasta el fuego. El cuerpo se consumirá en dos o tres horas.

Cuando la cremación ha concluido, jala la puerta del horno y aproxima con una pala los restos, cenizas y pequeños huesos que no se calcinaron. Los deposita en un recipiente profundo, un carrito de metal.

Cuando se enfrían, cuando ya no hay brasas, los introduce en una trituradora, una especie de licuadora industrial. De ahí, los restos ya salen convertidos en polvo grisáceo.

Al salir, al terminar de trabajar, los “cremadores” desinfectan sus trajes, sus zapatos, sus guantes, luego sus rostros, sus manos, que lavan con jabón.

Una empleada del memorial se acerca a los familiares para entregarles la urna con las cenizas de uno de los 117 mil 876 muertos que ha habido en México (cifra oficial reconocida por el gobierno federal) a causa del coronavirus, de acuerdo con la información dada a conocer hasta este sábado. por autoridades sanitarias.

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