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A los 31 años, Rosy supo que se convertiría en madre. Recibió la noticia con felicidad, su embarazo transcurrió con normalidad y su hija nació sana. Al llegar a casa, no habían pasado ni cinco días cuando la sonrisa se desvaneció de su rostro, el olor de su bebé le provocaba náuseas, mareos, aunque quería estar con ella, sentía un rechazo inexplicable, no sabía que tenía depresión postparto.

En México, 25% de la mamás desarrollan depresión postparto y una de cada cinco mujeres puede tener un trastorno siquiátrico durante el embarazo, los más comunes son depresión y ansiedad, explicó César Velasco, coordinador de Salud Mental Perinatal del Instituto Nacional de Perinatología (INPer).

“Existe la depresión antes, durante o después del parto. Muchas mujeres embarazadas están deprimidas, pero no lo externan porque por mandato social deben estar felices. Pasa lo mismo después del parto, una mujer no explica por qué rechaza a su bebé, le da vergüenza decirlo, porque toda la vida le han dicho que ser madre es la mejor experiencia, por eso muchas veces no buscan ayuda”, comentó a EL UNIVERSAL.

Además del rechazo hacia su hija, Rosy perdió el apetito, en una semana y media bajó 10 kilogramos, no le daban ganas de levantarse de su cama; aunque su carácter siempre fue fuerte, no entendía por qué perdía la paciencia más rápido.

“Mi esposo me preguntaba qué pasaba, qué me preocupaba, si ya teníamos una casa, si nuestra hija nació sana, si el parto fue exitoso, noté mis cambios de humor, me volví impaciente, más enojona, por eso busqué ayuda”, relató.

Rosy visitó a su ginecóloga y le contó la situación: “Me hicieron muchos estudios clínicos y no salió nada raro, entonces la doctora me dijo que tenía depresión postparto, me mandó antidepresivos y por eso no pude amamantar a mi hija, me sentía la peor de las madres”.

Luego de tomar antidepresivos por dos meses, el estado de ánimo de Rosy mejoró, se reencontró con su hija, con su familia y regresó a sus actividades cotidianas. Dos años más tarde le dijeron que esperaba a su segundo hijo, a pesar de que la ginecóloga le advirtió que podría sufrir depresión otra vez, la también comunicóloga tuvo un embarazo normal.

“Traté de no sugestionarme, pero otra vez, cuatro días después del parto, sentí lo mismo, ese rechazo por mi bebé, la fatiga, el cansancio, la desmotivación, no es que no quisiera estar con él, pero mis niveles de serotonina bajaron mucho, pasé medicada la cuarentena y aun así no sentí que regresara a la normalidad, tardé tres años en llegar con un siquiatra”.

Velasco Téllez comentó que los antidepresivos deben consumirse por lo menos un año después de que desaparecen los síntomas de la depresión, de lo contrario hay más oportunidad de que el trastorno mental regrese.

“Cuando hablé con el médico me dijo que habían hecho mal las cosas conmigo, que un problema con los ginecólogos es que interrumpen el tratamiento y eso eleva 90% la probabilidad de reincidir, retome los antidepresivos por un año y todo cambió, empezó a fluir, entendí que no me faltaba amor hacia mis hijos, que tenía una enfermedad”, recordó Rosy.

Para el doctor César Velasco es importante atender los trastornos mentales que pueden ocurrir antes, durante y después del embarazo, por ello, dentro del Instituto Nacional de Perinatología promueve el desarrollo de la Clínica de Salud Mental.

“Este problema no es de México, sino a nivel mundial. Un dato escalofriante es que en los países escandinavos, Reino Unido y algunos estados de Canadá y Estados Unidos, la primera causa de muerte materna es el suicidio, mueren más mujeres por suicidio que por hemorragias, infecciones o complicaciones en el parto, no sabemos si va a pasar en el país, quizá no se convierta en la primera causa, porque tenemos un montón de rezagos en otros sentidos, pero sí tenemos la obligación de tener diagnósticos y tratamientos adecuados para las pacientes”, dijo Velasco Téllez.

Pidió a familiares y amigos de mujeres que vivan una situación similar no juzgarlas y a las mamás no creer que la tristeza y las ideas negativas van a desaparecer por arte de magia: “Ojalá dejemos de ser tan duros y prejuiciosos, debemos tener más empatía con las mujeres que sufren depresión y ansiedad en alguna etapa del embarazo, y tenemos que entender no son enfermedades de gente tonta, loca, chafa, inútil, incapaz o débil, se tiene que buscar atención médica como en cualquier otra, no podemos esperar sólo a que la tristeza se vaya, eso no va a pasar”, precisó.

Ahora Rosy tiene 38 años y festejará su séptimo Día de la Madre acompañada de sus dos hijos y familia, a las mamás que viven algún tipo de depresión les pide que no se sientan culpables y busquen ayuda.

“Es horrible sentirte culpable o que la gente te juzgue, por eso es importante pedir ayuda de expertos, ojalá hubiera más información y que nosotras hablaramos sin vergüenza. Sólo con apoyo de médicos acabaremos con la depresión”, señaló.

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