Entre 2011 y abril de este año la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) registró 255 denuncias en 29 estados del país por contaminación ambiental causada por mal manejo de residuos biológico-infecciosos, en su mayoría procedentes de hospitales.

Información obtenida por EL UNIVERSAL vía transparencia señala que los estados con más denuncias ciudadanas son Estado de México, con 33 registros; Jalisco, con 24, y con 22 denuncias, la Ciudad de México.

Especialistas consultados por este diario advirtieron que se requiere mayor vigilancia en el manejo de estos residuos, pues representan un riesgo a la salud pública. Alertaron que falta información actualizada sobre su generación, así como una legislación más estricta que supervise toda la cadena de desechos, desde que se producen hasta su disposición final.

Residuos de hospital, un riesgo latente
Residuos de hospital, un riesgo latente

En 2018, un laboratorio ubicado en la alcaldía Tlalpan, dedicado principalmente a la detección del cáncer cervico-uterino, fue denunciado por depositar las batas y el material utilizado para la realización de los estudios ginecológicos en la basura sin obedecer la clasificación que detalla la norma 087, la cual regula estos desechos.

Los residuos peligrosos biológico-infecciosos (RPBI) son aquellos generados durante la atención médica, que pueden causar efectos nocivos a la salud y al ambiente. La NOM-087-SEMARNAT-SSA1-2002, publicada el 17 de febrero de 2003, regula los RPBI y los clasifica en: sangre y sus componentes, cepas y cultivos de agentes infecciosos; patológicos, tejidos y órganos que se extirpan durante necropsias y cirugías; muestras biológicas para análisis clínicos, cadáveres y partes de animales que fueron infectados con microorganismos de enfermedades en centros de investigación o bioterios.

Los materiales desechables que contengan sangre u otros fluidos corporales de pacientes, así como objetos punzocortantes que hayan estado en contacto con animales o humanos durante el diagnóstico o tratamiento, también son considerados como RPBI.

En México hay 4 mil 629 hospitales, de los cuales mil 389 son públicos y 3 mil 240 privados, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hasta julio de este año.

Entre 2004 y 2013 la Dirección General de Gestión Integral de Materiales y Actividades Riesgosas de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) estimó la generación de 147 mil 647 toneladas de RPBI, que corresponden únicamente a aquellos que se producen en hospitales públicos y privados, consultorios, laboratorios médicos y demás establecimientos dedicados a la salud.

Datos del Senado de la República señalan que en México los hospitales generan aproximadamente 191 toneladas diarias de residuos biológico-infecciosos, sin considerar los centros de salud de consulta externa, laboratorios de análisis clínicos, consultorios particulares, ambulatorios, veterinarios y establecimientos rurales.

Para recolectar esta cantidad de residuos sólo están autorizadas ante la Semarnat 387 empresas, en tanto que para el almacenamiento y acopio temporal de los RPBI tienen permiso 427. Las que pueden dar tratamiento mediante procesos de esterilización, radioondas y desinfección química son 38, mientras que las permitidas para la incineración sólo son 19.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 40% de los casos de hepatitis y 12% de los de VIH en el mundo se deben a la exposición a los RPBI por manejo inadecuado.

Piden mayor control

Sandra Herrera, exasesora de Gobernanza Ambiental dentro de la Cooperación Alemana para el Desarrollo en México, resaltó que hay un rezago en el manejo de residuos, puesto que se requiere de una regulación mucho más estricta y que la Semarnat y la Secretaría de Salud tengan un registro puntual y actualizado de los RPBI.

“Deben tener control muy preciso de hospitales y pequeñas clínicas, tanto públicas como privadas, de manera que se tenga el estimado de cuántas toneladas de estos desechos se generan y georreferenciar los sitios donde se ubican para concentrar las rutas de recolección; por supuesto, hacer lo propio con empresas que recolectan, trasladan y hacen la disposición final”, dijo.

Del hospital a la basura

Gualberto Guerrero, coordinador del Programa de Separación de Residuos del Ayuntamiento de Nezahualcóyotl, aseguró que la instrucción a los camiones recolectores es identificar los residuos biológico-infecciosos para proteger al personal y evitar que se mezclen con el resto de la basura depositada en el relleno sanitario conocido como Bordo de Xochiaca.

“Es muy peligroso recoger estos desechos. Por norma no podemos, porque deben ser recolectados y tratados por empresas especializadas. Si nos llegan a entregar biológico-infecciosos suspendemos el servicios de los residuos sólidos urbanos [aquellos originados en los hogares]”, subrayó.

Comentó que los recolectores de basura la revisan cuando la suben al camión para detectar este tipo de residuos; sin embargo, recordó que hace tres años pepenadores encontraron fetos humanos en bolsas negras.

Tiahoga Rouge, ambientalista y exfuncionaria de la Semarnat, comentó que se requiere supervisar de manera continua a los hospitales para verificar que cumplan con la norma y advirtió que no hay suficientes inspectores para que acudan a todos los puntos que generan estos residuos.

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