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El salario mínimo no alcanza para cubrir lo elemental, aseguró la Arquidiócesis de México y criticó que la mayoría de la población nacional trabaje mucho y termine viviendo en condiciones precarias.

En el editorial del semanario religioso Desde la Fe, la Arquidiócesis consideró que la generación de 3 millones de empleos se ha quedado en un lema triunfalista de gobierno “porque, mientras el México de las desigualdades se acentúa, los salarios disparejos abren más brechas que no son fáciles de remontar”.

Aseguró que estas condiciones no mejorarán en 2018, “cuando todos se ocupan de la obtención del poder, menos del bienestar de las familias mexicanas”.

El texto criticó al gobierno federal, puesto que prometió a los ciudadanos mejoras en su calidad de vida y dinero suficiente para satisfacer las necesidades básicas de desarrollo, y a pesar de la implementación de diversas reformas estructurales, la economía se desplomó.

“Desde las cantadas reformas en diversos rubros de la economía, se garantizó la baja paulatina en los precios de los energéticos para beneficio de todos, sin excepción. Pero las promesas se han vuelto una amarga pesadilla cuando desde 2017, la inestabilidad de determinados sectores económicos ha provocado un alza inflacionaria como no se había visto desde el año 2000, el de la alternancia política”.

El artículo titulado Ya no alcanza para comer citó la encuesta Empleo y salario mínimo, realizada en el Centro de Estudios de Opinión Pública de la Cámara de Diputados (CESOP), en la que se revela la degradación del poder económico de los trabajadores, “haciendo prever lo que la clase política niega: la crisis que se asoma al final del sexenio”.

Oran por mujeres violentadas. Al presidir la homilía dominical, el canónigo Julián López Amozurrutia, en sustitución del cardenal Norberto Rivera Carrera, pidió a los católicos elevar una súplica por las mujeres víctimas de la violencia doméstica, por los niños maltratados por trabajo y prostitución, “para que reciban el mensaje del señor y nunca se olviden de ellos”.

Oró por todos los enfermos, en particular por los crónicos e incurables, y por los perseguidos.

El canónigo rezó por el viaje del papa Francisco a Chile y a Perú, “para que la visita a esos dos pueblos dé frutos de salvación amor y prosperidad”.

Expresó a los fieles que asistieron a la Catedral Metropolitana que toda obra tiene consecuencias y que uno decide cargar con ellas como desgracia y verlas como castigo o de manera positiva, “entonces es cuando la palabra del evangelio da fuerza al espíritu”.

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