Con la finalidad de quitar el estigma y fama que por décadas tuvo la zona conocida como el Pasillo de la Salmonella, ubicada a un costado de Ciudad Universitaria en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y con una inversión de alrededor de 10 millones de pesos, 31 puestos nuevos de acero inoxidable para vender comida se alistan para abrir sus puertas a los miles de estudiantes que asisten todos los días a la máxima casa de estudios del país.

En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL se constató que cada uno de los nuevos establecimientos contarán con un medidor de luz, así como con tubería de agua, gas y drenaje, nuevas luminarias, así como cocinas industriales, a diferencia de los puestos que hasta mayo del año pasado se caracterizaban por ser antihigiénicos y en los cuales se colgaban de las instalaciones de energía eléctrica ajenas.

Además de la intervención de la Ciudad de México y de la organización Los Rescatadores, que tienen caricaturas pegadas en los nuevos comercios, éstos también estrenaran piso de concreto hidráulico.

En un recorrido por la zona se informa que se prohibirá la venta y consumo de bebidas alcohólicas y que serán “Espacios 100% libres de humo”, puesto que arriba de los comercios se instaló una techumbre de más de cinco metros de altura.

Uno de los dueños de estos establecimientos, quien no proporcionó su nombre, informó que no tienen fecha para abrir los negocios, “porque aún falta por afinar algunas cuestiones de gas y agua, pero no pasará de este mes”.

Miguel Ángel Toscano, director de Los Rescatadores, organización civil que busca incidir en distintos temas de la sociedad urbana, y que apoyó en el diseño de los nuevos puestos, afirmó que se buscó dar una nueva imagen a este espacio, por lo que planeó utilizar lo último en el tema de la elaboración de alimentos y seguridad en comercios de este tipo.

“Antes había un caos en el Pasillo de la Salmonella, no existía orden, lo que hicimos en este proyecto conjunto con el Gobierno de la Ciudad de México y con la delegación Coyoacán, fue rehabilitar la zona con la más alta tecnología, debido a que se instalaron puestos de acero inoxidable, tuberías de gas, agua y luz, así como drenaje.

“Además de una pérgola a la que no se le meterá el agua y que tiene una protección contra los rayos ultravioletas”, dijo.

Informó que los 31 comerciantes no son nuevos, sino que son vendedores de alimentos que ya estaban antes del cambio de imagen, “incluso se redujeron, porque había 37 y ahora hay 31 debido a este esfuerzo por reducir los espacios”, señaló.

Toscano explicó que parte de la rehabilitación de ese espacio fue también dar asesoría a los comerciantes sobre “cómo cocinar, la forma en manipular los alimentos y cómo cobrar”.

Parte importante del proyecto fue que “por primera vez una obra pública será declarada zona libre de humo, por lo que ningún comerciante podrá vender cigarros o cajetillas de tabaco y, por lo tanto, no se podrá fumar en el lugar. Además no se permitirá que haya mobiliario de refresqueras o de empresas privadas, se busca cuidar el espacio urbano”, dijo al explicar el proyecto de modernización de esa zona de comida.

A pesar de no conocer la totalidad del costo del proyecto, debido a que fue el gobierno de la Ciudad de México el que hizo la inversión, Toscano calculó en 10 millones de pesos la inyección para remodelar el pasillo gastronómico, el cual se espera que comience a funcionar la próxima semana, “sólo falta que llegue el agua, porque todo esta listo para que abran sus puertas los comerciantes”.

Vecinos agrupados en la organización Comunidad Vecinal Copilco Universidad, consultados por este medio, mostraron su descontento con la apertura nuevamente de este espacio, debido a que consideraron que se promueve el ambulantaje, lo que ocasiona afectaciones a la zona por los problemas que estos generan.

“Nosotros siempre hemos querido que los quiten. Mi departamento da al Pasillo de la Salmonella, hacia las facultades y ahí hay de todo, se escucha cuando usan la licuadora, cuando ponen sus libros, ponen sus lonas, ponen sus clavos en el edifico, roban la luz, se quedan a dormir en los puestos, porque muchos sólo son empleados ni son dueños”, afirmó un hombre que aseguró vivir en el área desde hace 30 años.

El 29 de mayo del año pasado, la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México informó en su cuenta de Twitter que se habían retirado los puestos de comida en el Pasillo de la Salmonella para hacer una rehabilitación integral, y detalló que esta acción se realizó por un acuerdo entre la Universidad Nacional Autónoma de México y el gobierno de la capital del país, y se buscaba “mejorar la seguridad y movilidad en accesos a Ciudad Universitaria”.

En julio, autoridades de la UNAM informaron que tenían un plan que reforzaría la seguridad y movilidad para beneficio de la comunidad universitaria. Explicaron que el proyecto de instalación de malla metálica en varios puntos de CU, como Los Frontones, Los Bigotes, las facultades de Ciencias Políticas y Sociales, Ciencias, y también incluía la rehabilitación del Pasillo de la Salmonella.

Los funcionarios universitarios indicaron que se trabajaba con el gobierno capitalino para ordenar el comercio de comida, por lo que se instalaría infraestructura con conexiones de agua y gas, y se reorganizarán los puestos para establecer medidas de salubridad.

En la sesión del Consejo Universitario de la UNAM del miércoles 30 de agosto del año pasado, Enrique Graue Wiechers, rector de la Universidad, anunció que en conjunto con el gobierno de la Ciudad de México se avanzaba en las 10 acciones implementadas para mejorar la seguridad en Ciudad Universitaria, declarada hace 10 años como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) .

En la reunión del máximo órgano de decisiones de la UNAM, directores de facultades, escuelas, institutos, centros y programas de la Universidad, acordaron mantener vigilancia permanente en los accesos a las instalaciones, reforzar la iluminación en varias zonas, ampliar el número de cámaras de videovigilancia, instalar nuevas bases de guardias, mejorar la seguridad en el transporte, incrementar el patrullaje por las noches y continuar con el combate a la venta de drogas.

El año pasado, en CU se encontraron cuatro personas muertas; en todos los casos la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México determinó como causa de muerte el suicidio. Además, a mediados de 2017 se informó que en Ciudad Universitaria operaba una célula de vendedores de droga vinculada al Cártel de Tláhuac.

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