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“N i con la cerveza se me quita el calor”, dijo Luis González, mientras se abanicaba con la mano y limpiaba el sudor de su rostro con un pañuelo, el pensionado de 65 años ingresó en una cantina de la Ciudad de México para resguardarse de los rayos del sol.

Con los labios partidos y la saliva espesa en las comisuras, Luis pidió una cerveza oscura, su preferida, cada que siente mucho calor pide esta bebida, pero en esta ocasión el remedio no funcionó. Prefirió tomar un vaso con agua para calmar su sed.

“Me dio mucha más sed con la cerveza, siento la boca reseca y la saliva más pesada, por eso mejor pedí agua, espero que con eso se me quite”, comentó al señalar su vaso.

Las blusas transparentes, las faldas cortas, los shorts, los minivestidos, fue la ropa que predominó en las mujeres; mientras que los hombres arremangaron sus camisas y se quitaron la corbata. A la hora de la comida, los burócratas y los Godínez, cargaban su saco bajo el brazo, con el cuello desabotonado salían de sus oficinas, a la búsqueda de una bebida que calmara su bochorno.

La cerveza y el mojito son las bebidas más solicitadas por los comensales, comentó Saúl López, barman de una de las cantinas. Mientras pulverizaba la hierbabuena y el azúcar, el joven de 32 años mencionó que en los últimos días la clientela se ha incrementado, piden desde refrescos hasta cocteles, aunque platillos como caldos han dejado de estar entre la preferencia de los consumidores, quienes ahora optan por la orden de carnitas y cabrito.

“El calor ha estado muy fuerte, en todos lados uno se siente abochornado, la ventaja es que hay más clientes, lo que más nos piden es la cerveza porque con tanto calor se antoja, pero también los mojitos, es lo que más se vende”, dijo.

Sofocados con el sudor escurriendo de sus frentes, los capitalinos avanzaban sobre las calles bajo los rayos del sol que calentaron hasta alcanzar los 31 grados centígrados; en la avenida Juárez los transeúntes caminaban con paraguas, algunos otros improvisaron una sombra con fólders, cuadernos o con la mano.

Familias, grupos de jóvenes y niños que salían de la escuela tomaron las fuentes del Monumento a la Revolución como un balnerario, se quitaron los zapatos y corrieron entre los chorros de agua los cuales fluían de manera intermitente. Los niños, algunos en calzones, jugaban a “las atrapadas” y esperaban a que el suelo del monumento volviera a bañarlos.

Al interior del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, la gente tuvo que buscar alternativas para mitigar el calor que se sintió durante la tarde de ayer, algunos comprando alguna paleta helada, una botella de agua o acercándose a los ventiladores.

Don Apolonio Corona y su hija Esperanza viajaron en la línea 7 del Metro, aseguran que en estos días han buscado alguna sombra para resguardarse del sol, pero al entrar al vagón, la temperatura era como en un cuarto de vapor.

“No hay dónde esconderse, hace muchísimo calor y aunque nos ponen los ventiladores, es imposible sentirlo, esperemos que baje, sólo queda aguantar”, comentó Esperanza.

La temperatura máxima registrada en el Sistema de Transporte Colectivo Metro ha sido de 38 grados centígrados, por lo que se activaron los ventiladores, hidroventiladores, bebederos y el apoyo de los jóvenes de Brigada Metro que orientan a los usuarios para hacer más ágil su traslado.

En la línea que va de Observatorio a Pantitlán el aire acondicionado era caliente, así lo mostraban los viajeros al limpiarse con un papel o con una mano las gotas de sudor que se des-lizaban desde su frente a las mejillas. El único que la estaba pasando mejor era un niño que saboreaba una paleta de limón.

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