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La violencia contra la prensa es contra la sociedad, puesto que afecta su derecho a estar informada, afirmó el director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Jaime Abello.

De visita en México para presentar el premio de la FNPI 2018, dijo a EL UNIVERSAL que la violencia contra los periodistas ha llegado a un nivel “de gravedad bastante alto por la manera en que se están repitiendo estos crímenes en pleno proceso electoral. Es realmente muy preocupante”.

Hizo una comparación entre lo que ocurre en México y lo que pasa en Colombia, donde los procesos electorales se están llevando a cabo en medio de la polarización política.

“Lo que más me preocupa es que si de manera contundente no se contiene la violencia contra los periodistas, es señal de que la violencia puede ampliarse en un contexto de alta polarización política”.

Abello se refirió a las fake news o la desinformación como uno de los temas “extremadamente importantes” en medio de los procesos electorales que se están llevando a cabo en América Latina, donde nueve países elegirán presidente este año.

México lo recibe con el asesinato de un reportero en Tabasco. Con él son 134 periodistas asesinados en el sexenio.

—El año pasado, en Colombia, estábamos condolidos todos por el asesinato de ese gran periodista que era Javier Valdez y ahora, de una manera trágica e inclemente, el día que se conmemora el aniversario, un periodista más es asesinado en Tabasco.

Esto nos indica que la situación es grave, definitivamente el año pasado se inició un proceso de organización y movilización entre los periodistas. Eso tiene que continuar, tenemos que fortalecer las redes de alerta y de protección de periodistas, pero sobre todo hay que hacer un trabajo con la ciudadanía.

El silenciamiento de los medios y los periodistas, que es lo que están buscando los criminales, es acallar la oportunidad de la sociedad de conocer la realidad. Busca encubrir la corrupción, el narcotráfico y la violencia.

Ante este goteo triste de asesinatos, hay que darle a la conciencia de los mexicanos un golpe fuerte, como advertencia de que al final no se trata del periodismo y de la democracia misma. Si el debate público no se da con libertad, la democracia está en peligro. De todas maneras, es mucho lo que se podría hacer con más organización del propio sector periodístico.

¿Qué significa la violencia contra la prensa en un país como México?

—Es una violencia contra la ciudadanía y su derecho a la información. Así hay que entenderla. Es el afán de que no se sepan cosas que hay que conocer, porque tiene que ver con violaciones a los derechos humanos, corrupción, la extensión del crimen organizado. Este problema existe en varios países de América Latina, pero aquí ha llegado a un nivel de gravedad, en esta coyuntura, bastante alto, por la manera en que se están repitiendo estos crímenes y por el contexto de que todo esto se hace en pleno proceso electoral. Es realmente muy preocupante.

¿De qué manera impacta el asesinato de periodistas en un proceso de elección presidencial?

—Me preocupa que tanto en Colombia como aquí estos procesos se están haciendo en un contexto de polarización política, son países que tienen una tradición propia de violencia ligada a la delincuencia y a la política.

A mí lo que más me preocupa es la posibilidad de que si de manera contundente no se contienen estas expresiones contra los periodistas, son señales de una violencia que puede ampliarse a un contexto de alta polarización política.

La polarización contribuye a la violencia y los periodistas son justamente un punto sensible por los temas que tocan y el papel que desempeñan en la sociedad, porque muchas veces les toca destapar cañerías, mostrar cosas que desde el sistema y los partidos no quieren que se sepa. Ojalá que el caso de Tabasco no tenga que ver con la campaña, pero es una pésima coincidencia.

¿Es suficiente continuar rechazando, condenando y lamentando la violencia contra el gremio?

—Se necesita un proceso de organización sostenida por parte de los medios y los periodistas. Se requiere no sólo tener una red de alerta y denuncia de los casos, sino lograr que el Estado cree sistemas confiables que no dependan de policías corruptas, de guardaespaldas para los casos críticos, que no haya impunidad, mantener la presión sobre la Procuraduría General de [la República] y el sistema judicial para que los crímenes contra periodistas —no porque sean de mayor categoría, sino porque tocan derechos colectivos como el derecho a la información— no queden archivados y sin avanzar.

Se necesita que nos movilicemos: protestar y volver a la normalidad es algo que registran muy bien los criminales y enemigos de la libertad de expresión. Hay que hacer muchos más trabajos periodísticos coordinados sobre los casos de los periodistas asesinados y lo que estaban investigando. Que no puedan acallar el derecho a la información matando al periodista.

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