Siete horas bajo el sitio del magisterio disidente

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El secuestro de siete horas de la Cámara de Diputados provocó que Sergio Mayer (Morena), quien negociaba —a título personal— la salida de empleados y visitantes, y Éctor Jaime (PAN), se encararan y estuvieran al borde de los golpes.

Los integrantes de la CNTE poco a poco fueron distribuyéndose por los ocho accesos de la Cámara de Diputados a las nueve de la mañana de ayer, y dentro de San Lázaro quedaron retenidos por siete horas más de 3 mil empleados, visitantes, niños y 118 diputados federales de distintas bancadas.

Antes de esto, Mayer anunció que logró que se abriera un espacio de la reja de la puerta 8 de la calle de Sidar y Rovirosa, por donde salieron decenas de mujeres que estaban en el recinto legislativo, pero hubo un momento en el que la CNTE volvió a cerrar y ya no dejó salir a nadie más. Esto provocó la molestia de Éctor Jaime, quien le exigió que abriera la puerta para que salieran, pero Mayer le dijo que era el último bloque de personas que dejaban el inmueble y que qué parte no entendía.

El panista se molestó, alzó la voz y le dijo: “¡Sí entiendo, cabrón!”, mientras se acercaba y lo señalaba con su índice derecho.

—No, no, no... A mí no me hables así —respondió Mayer.

—Yo te hablo como quiero... Aprende a hablar —le discutió el panista.

—No me vuelvas a faltar al respeto, porque yo te hablo con respeto, háblame con respeto, háblame con respeto...

De manera paralela, el diputado panista Absalón García se envalentonó y se metió entre los elementos de seguridad e intentó abrir el cerrojo de las grandes rejas rojas, pero lo impidieron, lo empujaron y antes de agarrarlo a golpes, una voz gritó: “¡No lo toquen, no lo toquen es diputado!” y libró el momento. Los dos panistas generaron tensión que casi revienta la liberación.

Otros diputados, como Eraclio Rodríguez (Morena) que sí pudieron brincar la reja, junto con empleados, quienes con sábanas y ayudados por otros alcanzaron la libertad.

Fue hasta las 16:30 horas cuando se logró desalojar a todos los empleados y los elementos de la CNTE se retiraron de los accesos, levantaron su campamento y se fueron.

Transcurrieron las primeras dos semanas de sesión ordinaria en las que la Coordinadora marcó el paso del trabajo de los diputados y el miedo de quedarse encerrados es ya el fantasma que habita en los “inquilinos” de la Cámara Baja.