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Nueva York.— El jurado que tiene en sus manos el destino de Joaquín Guzmán Loera había escuchado historias de El Chapo narcotraficante, negociador, amante, obsesivo, violento, vengativo, torturador. Este jueves, el gobierno estadounidense puso sobre la mesa el último adjetivo que le quedaba: ejecutor.

Ayer, uno de sus ex secretarios presentó a El Chapo asesino, que mató a sangre fría a al menos tres de sus rivales en dos de los episodios más oscuros y violentos que se han contado en el juicio.

Isaías Valdez Ríos, Memín, desertor de las fuerzas especiales del Ejército Mexicano convertido en sicario y posteriormente en piloto de Guzmán, subió al estrado con una naturalidad pasmosa. El último testigo cooperante del gobierno de EU fue el mazazo definitivo, gráfico en el relato de las ejecuciones y ejemplos de cuán vil llegó a ser su “señor”.

Con una narrativa que fascinó al jurado, empezó por la ejecución de un miembro del Cártel de los Arellano Félix entre 2006 y 2007. Enseguida narró el segundo asesinato ocurrido en la misma época, pero entonces fueron dos narcos de Los Zetas los que pasaron por el gatillo ejecutor de El Chapo.

El espeluznante relato de Memín parece el remate que quería la fiscalía estadounidense para un caso que está a punto de terminar. El juez Brian Cogan informó que se espera que la presentación de evidencias acabe la próxima semana, lo que significa que las probabilidades de que declare El Chapo se reducen y que se podría tener veredicto a principios de febrero.

Entonces se sabrá si Guzmán es declarado culpable o no de alguno de la decena de delitos de los que se le acusa, lo que le podría suponer pasar el resto de su vida tras las rejas de un penal de máxima seguridad en ese país.

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