Mexicali, Baja California.— Al sostener un puño de arena en sus manos, Héctor recuerda en su juventud haber nadado y pescado en las aguas del brazo del río Colorado, donde los fines de semana realizaba picnics a la orilla de este cauce; 40 años después, el paisaje se asemeja al de un desierto, la poca vegetación que ha quedado está seca, con pocos árboles para refugiarse de los abrasadores rayos del sol.

Héctor Patiño llegó con su familia al ejido de Janitzio, en la comunidad de Miguel Alemán en Mexicali, Baja California, cuando apenas tenía 15 años, proveniente de una familia de campesinos, llegaron a esa comunidad fronteriza para sembrar maíz y algodón. Hoy, a sus 55 años de edad, Héctor anhela que el agua vuelva a correr por esas tierras para que se recupere la vegetación y la agricultura vuelva a prosperar.

Mexicali, Tecate, Tijuana, en Baja California y San Luis Río Colorado, en Sonora, reciben agua proveniente del delta del río Colorado, que se encuentra en territorio estadounidense, pero mediante un acuerdo bilateral que data desde 1944, Estados Unidos se compromete a dar los excedentes de agua de ese afluente; sin embargo, los efectos del cambio climático y la política del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, están poniendo en riesgo el abastecimiento de agua de estos municipios fronterizos, porque su caudal ha disminuido en los últimos años.

Octavio Aburto Oropeza, investigador de la Universidad de California San Diego, estimó que en los próximos 20 años el flujo del agua del río Colorado podría disminuir hasta 30%, lo que generará un problema de abastecimiento del líquido para la zona fronteriza del país. Explicó que este cuerpo de agua se alimenta de la nieve de las montañas Rocallosas; sin embargo, con el cambio climático las nevadas han disminuido, llevando cada vez menos agua a este afluente.

“Modelos muestran que habrá una reducción de la nieve que hace posible que el agua de este río recorra el estado de Colorado y otros de la Unión Americana, la delta de ese río llega hasta el Golfo de California. Esta reducción de agua está teniendo graves implicaciones no sólo económicas, sino también culturales para las comunidades que reciben agua de este río”.

Ante la escasez de agua, Héctor tuvo que cambiar sus cultivos, dejó de sembrar maíz y algodón; ahora se dedica a la siembra de la palmera datilera, la cual es mucho más resistente al clima y requiere de menos agua. Comenta que sus dos hijos han decidido migrar a la Ciudad de México porque “ya no sale dinero del campo”; su hija la menor, quiere estudiar una carrera universitaria relacionada con el campo para ayudar a reactivar el ejido donde vive.

“Mis hijos se casaron y se fueron para la capital, aquí no hay mucho trabajo cuesta mucho trabajo sacar la cosecha, sólo los que tienen dinero para técnicas de riego pueden sembrar, sin eso es muy difícil, porque casi no llueve y aquí cada vez está más seco”, expresa mientras observa los árboles carentes de follaje.

Un acuerdo para compartir agua

Carlos de la Parra, investigador del Colegio de la Frontera Norte, explicó que la cooperación binacional para compartir el agua del río Colorado, ubicado en territorio estadounidense, se remonta a 1944, fecha en la que México y Estados Unidos firmaron un tratado para la utilización de las aguas del río Colorado, el río Tijuana y el río Bravo. A México se le asignaron mil 850 millones de metros cúbicos por año del caudal del Colorado para abastecer a los estados de Sonora y Baja California.

De este volumen, 85% es destinado a la agricultura y 15% restante se dedica a fines urbanos e industriales en las comunidades de Mexicali, Tecate, Tijuana y San Luis Río Colorado.

Este acuerdo fue actualizado mediante la firma del Acta 319, el 20 de noviembre de 2012, cuya vigencia venció el pasado 31 de diciembre. El 21 de septiembre de 2017 se signó el acta 323, que sustituye a la 319, mediante la cual se añaden medidas para la conservación del agua, tales como el establecimiento de un plan binacional de contingencia para que México y Estados Unidos lleven a cabo ahorros de agua en caso de sequía en la cuenca baja del río Colorado. Estos ahorros serían recuperables en caso del mejoramiento de las condiciones de la cuenca.

“Se prevé destinar porciones de agua con fines ambientales y fondos para monitoreo ambiental y restauración del hábitat. Para ello, la Unión Americana proporciona mayores montos para inversión en proyectos de infraestructura para modernización y mejoramiento del Distrito de Riego 014, a fin de generar volúmenes adicionales de agua que serán compartidos por ambos países”, dijo.

Cooperación en riesgo por políticas de Donald Trump

Exequiel Ezcurra, investigador de la Universidad de California-Riverside, advirtió que la historia de cooperación entre ambos países se encuentra en riesgo por la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, quien ha señalado públicamente que el cambio climático es un “invento”; consideró “difícil” que los esfuerzos para impulsar la conservación de los recursos naturales de la zona fronteriza, afectados por la disminución de agua del río Colorado, se incrementen.

Pese a la historia que tienen los acuerdos binacionales en materia de agua, Ezcurra indicó que esta cooperación queda a la “buena voluntad” del gobierno de Estados Unidos, dado que no hay ningún mecanismo legal que obligue a este país a compartir agua del río Colorado; ante la tensión que ha desatado el gobierno de Donald Trump, estos acuerdos podrían estar en riesgo.

“No creo que ocurra, que se acabe el acuerdo sobre el agua, pero debe ser un objetivo como academia y sociedad civil mejorar la difusión de los resultados de la cooperación binacional y la importancia que tiene para la conservación no sólo de la flora y fauna que comparten ambos países, sino de la actividad económica de las comunidades fronterizas”, resaltó.

El investigador indicó que el cambio climático no es un fenómeno “futurista” que va a ocurrir dentro de 50 años, sino que sus efectos los estamos padeciendo actualmente como fenómenos extremos con sequías, huracanes y lluvias más intensas, por lo que la sociedad civil, en coordinación con los académicos pueden generar acciones para mitigar este problema, como la restauración de la flora y fauna.

Importancia de la cooperación

Más de 93 investigadores de México y Estados Unidos realizaron el estudio Instrumentando recursos transfronterizos para enfrentar el cambio climático, advirtieron que las iniciativas políticas propuestas por la administración de Donald Trump sobre el cambio climático afectan acuerdos internacionales sobre este fenómeno, así como la financiación para agencias ambientales y controles regulatorios sobre inmigración transfronteriza.

La publicación, encabezada por el científico mexicano Octavio Aburto-Oropeza, en coautoría con 93 investigadores que representan a más de 45 universidades, centros de investigación y organizaciones civiles de México y Estados Unidos, sintetiza el conocimiento actual sobre los apremiantes problemas relacionados con el cambio climático en la región fronteriza de México y Estados Unidos.

Ante el impacto que está generando el cambio climático en los ecosistemas, el estudio advierte que se incrementarán las enfermedades infecciosas como chagas, zika o chikungunya por la proliferación de sus vectores, debido a que se están presentando cambios en las poblaciones de mosquitos, situación que “plantea desafíos importantes a las autoridades nacionales de salud pública de ambos países”.

En cuanto a la pérdida de biodiversidad, se estima que 14% de los reptiles que habitan actualmente entre México y California podrían extinguirse en los próximos 50 años, incluyendo tres familias exclusivas de la zona.

Acciones contra el cambio climático

Octavio Aburto, investigador de la Universidad de California San Diego, resaltó que se requieren de políticas públicas binacionales para la administración de los recursos naturales que comparten ambos países, en la que se involucren tanto organizaciones de la sociedad civil como centros de investigación. Destacó que una de las estrategias que han planteado es realizar un monitoreo de las zonas con mayores afectaciones por este fenómeno, para realizar de manera focalizada las acciones de conservación.

Debido a la falta de agua, Héctor tuvo que cambiar sus actividades, además de sembrar la palmera datilera, que forma parte de un proyecto de conservación de la vegetación de su comunidad: “Me gustaría volver a ver agua aquí, sería un sueño que esta zona se llene de agua del río Colorado y que mis nietos vuelvan a nadar como yo lo hice cuando joven”.

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