Durante la homilía dominical celebrada de manera remota desde la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, el cardena l Carlos Aguiar Retes , pidió a los feligreses “renazcamos de esta pandemia con la alegría de descubrir la presencia de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

El Arzobispo Primado de México dijo que en el mundo actual se debe emprender una misión como Iglesia creyente para renovar a la sociedad mediante un testimonio intenso y convincente de los valores fundamentales de la fe cristiana: la verdad, la libertad, y la justicia.

“Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán” esta afirmación la dirigió Jesús a sus discípulos; por tanto, se refiere a nosotros, que creemos en Jesucristo, manifestó el prelado.

Por tanto, el cardenal exhortó a cuestionarnos como católicos, ¿percibo en mi vida, en mis relaciones, la presencia de Jesús? Si nuestra respuesta es sí, felicidades. ¡Bendito sea Dios! Porque estás manifestando la presencia de Dios en el mundo de hoy. Pero si la respuesta es no, es indispensable revisar la manera como vivo mi fe, la forma como entiendo ser discípulo y revisar si busco, escucho y atiendo las enseñanzas de mi Maestro Jesús, señaló Carlos Aguiar.

Además, reflexionó en ¿cómo podemos establecer la relación con el Espíritu de Verdad, con el Espíritu Santo que nos ha sido dado en los Sacramentos del Bautismo y la Confirmación? por ello, pidió cuestionar como fiel en dos dimensiones: una personal y otra comunitaria o eclesial. “Ambas son indispensables, se enriquecen recíprocamente y se complementan”, indicó.

El cardenal enfatizó en que primero se debe tomar conciencia de las inquietudes que surgen en el interior, “especialmente cuando leo y medito la Palabra de Dios, especialmente los Evangelios, o las enseñanzas de la Iglesia, o la vida de los Santos, o las reacciones que experimento ante las distintas realidades que me toca afrontar”.

“Segundo paso debo clarificar cuales son para bien mío y para bien de los que me rodean, e identificar cuáles me dañan o me conducen a generar un daño a mí o a los demás. Tercer paso compartir con alguien que me conozca y pueda ayudarme a clarificar mis dudas y la toma de decisiones”, puntualizó.

Por otra parte, en la dimensión eclesial ese proceso consiste en compartir con una comunidad de discípulos de Cristo, sea en mi familia, en mi Parroquia, en algún apostolado, en círculo de amigos, o en cualquier grupo de creyentes que estén en relación o en comunión con la Iglesia.

“Esto evitará equivocarme en el discernimiento y caer en el peligro de ideologizar la misma doctrina del evangelio; así evitaré convertirme en un radical defensor de la doctrina”, señaló el arzobispo.

El prelado invitó - en estas dos últimas semanas del Tiempo Pascual -, a prepararse para el Pentecostés a celebrarse el domingo 31 de mayo, con firme decisión y gran esperanza, la venida del Espíritu Santo para renovar el corazón.

grg

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