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Miguel Alonso Riggs Baeza fue uno de los candidatos del PAN que en la pasada elección logró una de las votaciones más altas, a pesar de que perdieron la presidencia. Hoy es diputado federal del estado de Chihuahua, pero también un legislador que estuvo muy cerca de jugar en la NBA.

Riggs Baeza es el mejor amigo del segundo mexicano en jugar en la NBA con los Mavericks de Dallas, Eduardo Nájera. Ambos se conocieron en su natal Chihuahua y aman el basquetbol. Un entrenador de Estados Unidos visitó su estado y los invitó a hacer pruebas para ingresar a la preparatoria en el país vecino del norte; sin embargo, mientras Nájera lo consiguió, Baeza se quedó en el camino.

Riggs es uno de los diputados panistas más aguerridos y entrones de la 64 Legislatura. Ha estado a punto de llegar a los golpes con sus colegas de Morena por las distintas reformas que se han aprobado, y en el pleno se ha gritado con varios.

Considera que la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador está haciendo muchas locuras e incongruencias. Afirma que el asistencialismo le ha hecho mucho daño a México y que eso es lo que está haciendo el Presidente.

¿Quién es Riggs?

—Nací el 27 de octubre de 1975 en El Paso, Texas. Mi papá es ciudadano americano y mi mamá es mexicana. Yo nací en Estados Unidos, pero a diferencia de la Ley Taibo, yo sí llevé a cabo mi trámite ante la Cancillería, en donde presenté mi renuncia a mis políticas públicas del país de nacimiento ante notario público.

¿Cuándo se enamoró usted del deporte del basquetbol?

—Me incliné hacia ese deporte porque veía que mi papá lo jugaba a nivel amateur y profesional, y a veces lo acompañaba a los partidos. Fue selección mexicana y estudiantil. Él es parte de la generación que está abajo de la camada de grandes como Raúl Palma, Arturo Guerrero, Manuel Raga o Chuy García. Los menciono porque fueron [gloriosos] en el basquet mundial.

¿Cómo empezó lo del basquet?

—Toda mi vida estuve becado por el baloncesto. Jugué dos años para los Dorados de Chihuahua y un año aquí, a nivel profesional, con los Aztecas del Distrito Federal. Estuve en la selección mexicana que se llamaba Sidney 2000 y era muy fuerte, [porque] estaban Víctor Ávila, Eduardo Nájera, Eduardo Maldonado, Alejandro Aguirre. Fui a 11 campeonatos nacionales y tres veces nominado al mejor defensa de la nación en tres diferentes categorías. Nunca fui el gran encestador; siempre me metían para frenar al contrario que metía 30 puntos por juego. Ya los esperaba, y me podían meter unas canastas, pero para ganar primero hay que defender.

Jugó con Eduardo Nájera, ícono del baloncesto nacional.

—Yo conozco a Eduardo desde niño. Él es fuerte, hábil, entregado, aguerrido, inteligente, un líder nato. Me tocó ir a muchos nacionales con él.

¿Y luego qué pasó?

—Se fue a la Universidad de Oklahoma, me invita, nos vamos, ¡y sorpresa! No pasamos el ECT (examen de admisión a la universidad). A mí, en general, me fue muy bien, pero en ciencia estuve muy mal, entonces le dije: ‘¿Sabes qué? Yo me regreso’.

¿Le hubiera gustado poder jugar en la NBA?

—Desde el punto de vista profesional y deportivo, sí, pero no me arrepiento de ninguna decisión, porque realmente, en el basquet, me fue muy bien acá, en México. Entendí y aprendí que [todo se dio] para que hoy yo esté aquí, en la Cámara de Diputados.

¿Qué es más difícil? ¿El pleno de San Lázaro o la duela?

—Es igual, porque de una u otra manera defiendo una causa y a Chihuahua. Defendí a mi estado cuando portaba su camiseta y jugaba contra otros estados; ahora lo defiendo en el pleno, en tribuna, y el sentimiento es igualito. Por eso mis participaciones son muy confrontativas, abruptas, por ese sentimiento de decir: ‘Esto es incorrecto. No nos quieran ver la cara, no nos quieran trapear’. Defender con toda garra, [por ejemplo], las estancias infantiles y a todos los niños de Chihuahua es una formación deportiva: sacas adelante un juego.

¿Cómo nació su carrera política? ¿Su mentor es Javier Corral, el gobernador?

—Sí, Javier Corral fue amigo de mi mamá desde el 82, cuando la causa del PAN era la democracia, el respeto al voto, la libre expresión, los medios de comunicación. Yo de niño escuchaba los términos, pero no los entendía, y al crecer me di cuenta de que ésas deberían seguir siendo las causas.

¿Y su carrera política?

—Fui vicepresidente de la sociedad de alumnos de la preparatoria y presidente del Consejo Estudiantil de la universidad. Así me involucré, a los 18 años, en la política. Luego voy, presento mi examen para ser militante del PAN y lo logro: llevo 25 años siendo parte de Acción Nacional. Nunca había sido diputado, ni local, pero no me importa, porque tengo que sacar la casta por Chihuahua.

¿Cómo ve al PAN?

—Francamente, siento que ha venido a menos. Quizá es porque esta política partidista ya no da; ahora se da por movimientos, más bien. Tiene que haber una gran alianza del partido oficial con una fuerza opositora para poder contrarrestar.

¿Cómo ve a Morena?

—Es una gran locura, totalmente. Por ejemplo, el tema de las estancias infantiles: los niños de hoy tienen dos o tres años; en seis van a tener ocho o nueve y ya no los vas a poder tener encerrados en la casa. ¿Qué formación van a recibir?

¿Está viendo muchas incongruencias por parte de Morena?

—Completamente. La reforma constitucional al artículo 19 para considerar graves algunos delitos es otro ejemplo. No va por ahí. Lo que tiene que fortalecerse son las policías municipales, estatales, los ministerios públicos.

¿Cómo va el gobierno de AMLO?

—No sé a dónde va, porque si algo ha lastimado a México es el asistencialismo, y a eso van enfocadas todas la fuerzas económicas del Presidente, en lugar de promover la generación de empleos, seguridad social más fuerte o mejores servicios de salud, pero no: entregan dinero por aquí y por allá, y nada va a mejorar con eso.

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