Ayer, la alegría, el festejo, los gritos, la verbena y la música en el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador por su segundo año de gobierno quedaron guardados por la pandemia del Covid-19.

A diferencia de hace un año, cuando hubo más de 100 mil personas que llenaron el Zócalo de la Ciudad de México, ayer se dio un encuentro breve, íntimo, con 80 invitados —entre familiares, integrantes del gabinete, así como líderes empresariales y sindicales— en el patio central de Palacio Nacional.

Hace un año, un ambiente de fiesta llenó la Plaza de la Constitución. En ese entonces las melodías de flauta de Horacio Franco y las canciones de La Sonora Santanera fueron el preámbulo de la llegada del Mandatario. Ayer fue distinto.

El baile y la alegría de miles cambiaron por el “toque de silencio” que entonó un militar en honor de las más de 106 mil víctimas del coronavirus.

“Antes de dar inicio a este evento, permanecer de pie y atender con respeto el toque militar de silencio, como un merecido homenaje a quienes perdieron la batalla con motivo de la emergencia sanitaria del Covid-19”, se escuchó en todo Palacio Nacional.

A comparación del 1 de diciembre de 2019 y del 1 de diciembre de 2018, cuando tomó posesión, esta vez el Presidente se presentó serio, acompañado de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, y tras el saludo militar a la Escolta de Bandera caminó al pódium sin saludar a nadie, leyó su discurso y dejó claro que, a pesar de la pandemia, su gobierno ha sentado las bases de la Cuarta Transformación.

Frente a él había invitados que portan cubrebocas, pero hubo otros que prefirieron no usarlo, a pesar de que un día antes Tedros Adhanom, director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pidió a México tomarse en serio la pandemia.

Entre los que eligen no usarlo están su hijo Andrés Manuel López Beltrán; Julio Scherer Ibarra, consejero jurídico de Presidencia; Arturo Herrera, secretario de Hacienda y Crédito Público; Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, y el dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego.

En la primera fila destaca la presencia de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quien no acudió a presenciar el mensaje de López Obrador del pasado 1 de septiembre con motivo de su Informe de Gobierno.

La brevedad también es símbolo de que hay pocos motivos para celebrar. El discurso de este año duró 42 minutos, la mitad del que se llevó a cabo hace un año, que fue de una hora con 27 minutos. Todo incita a la comparación.

El 1 de diciembre de hace dos años, el presidente López Obrador se comprometió a que el día de ayer se tendrían cumplidos sus 100 compromisos, pero no fue así, reconoció que aún le faltan tres por concluir: descentralización del gobierno federal, energías limpias y llegar a la verdad en el caso Ayotzinapa.

También acepta que “no todo es perfecto en su gobierno”, pero asegura que la mayoría de los mexicanos respalda a su gobierno, por lo que agradeció esta confianza y manifestó que no les ha fallado y no lo hará.

“Amor con amor se paga. No les he fallado y no les fallaré. Sigamos todos promoviendo el bien, enalteciendo a nuestra patria y haciendo historia”, dice antes de lanzar tres vivas por México y terminar su discurso.

No hay motivos para celebrar, por lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador se retira con la esperanza de que el próximo año la pesadilla que ha significado la pandemia del coronavirus termine. La noche comienza a caer en la Ciudad de México y con ello la breve conmemoración de dos años de gobierno de la 4T.

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