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El fluido discurso de José Antonio Meade llega a su fin, después de 12 visitas al estrado derecho del salón de sesiones del Senado, con sus respuestas a preguntas variopintas durante su última comparecencia en el sexenio, con motivo del análisis del informe presidencial, en la que el PRI lo ha aplaudido con entusiasmo desbordante.

Y enseguida va a escuchar más de una hora de posicionamientos de las bancadas, y a lo que escuche ya no contestará. Deja el bolígrafo que fue su herramienta de trabajo desde las 12:15 horas, y cuando pasa al podio de oradores el senador Manuel Bartlett, quien casi le dobla la edad, Meade se cruza de brazos, empieza a sonreir, y parece que disfruta la intervención del coordinador del PT, que ya enarbola las propuestas de Morena.

Bartlett ironiza, despierta del letargo a la oposición de derecha, que en el sexenio pasado defendía a Meade, como integrante del gabinete de Felipe Calderón, y de la izquierda, que han visto y oído la efervescencia priísta y verde, complacidos por la asistencia del presidenciable.

El presidente del Senado, Ernesto Cordero, comparte con Meade el haber sido colaboradores de Calderón, ser titulares de Hacienda y egresados del ITAM, alma máter en la que muchos ven un crisol del poder público.

Una corbata color ladrillo rojizo, o tezontle, con traje gris oscuro y camisa blanca, viste Meade, a quien del nerviosismo de cuando era subsecretario de Hacienda, ya no le queda nada. Acaso ese lío que tiene con la manga derecha de puño de mancuernas que jala y jala por momentos.

El PRI no se enfada cuando el coordinador del PT-Morena interpreta una confesión que ha hecho allí mismo el funcionario sin filiación política.

Al revelar Meade que votó por el presidente Enrique Peña Nieto en 2012, Bartlett interpreta que invita a que vote por él, a su vez. Y como lo conoce desde chiquito, le da el consejo de que no sea candidato, porque el PRI, del tercer lugar actual, bajará al cuarto sitio, y le recomienda que mejor se vaya de gobernador del Banco de México. Casi suelta la carcajada el senador de izquierda, que ha desatado la hilaridad. El voto de Peña será “el beso del diablo”, dice el de los consejos.

Es cierto. Conoce al presidenciable desde que Meade era niño, al lado de su padre don Dionisio Meade y García de León, presidente de la Fundación UNAM, presente en la comparecencia, a nivel de cancha, entre escaños.

El tono jocoso de Bartlett a nadie agrede. Dirían los clásicos, esta comparecencia ha sido de pasarela de aspirante presidencial del partido en el poder. Dolores Padierna (PT) le dice: “Aquí lo mencionan como precandidato a la Presidencia, y yo diría que no puede irse a su campaña sin dejar resueltos los efectos de los sismos”. Isidro Pedraza (PRD), le ha dicho en vano a los priístas que se moderen, que mucho incienso refleja ganas de echar humo blanco.

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