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Ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo hizo diferente: al dar un mensaje a la nación con motivo de su Primer Informe de Gobierno no usó la banda presidencial en el pecho ni caminó flanqueado por cadetes militares.

En una mañana soleada, el Ejecutivo habló durante 97 minutos. Tenía a sus espaldas una mampara con la frase: “Tercer Informe de Gobierno”, situación que los colaboradores del Mandatario se apresuraron a justificar, puesto que el primero, dijeron, fue en el aniversario de su triunfo y el segundo, los 100 días de gobierno.

El Presidente habló ante 500 invitados, en el Patio de Honor de Palacio Nacional, donde —como con sus antecesores— estaban algunos de los hombres más poderosos del país. Ahora, los políticos más influyentes que estuvieron presentes son los que actualmente forman parte de las filas de la Cuarta Transformación.

Fuera del recinto, las cosas transcurrían normales. La activista Julia Klug celebraba al Presidente: “Despacio y sin prisa, pero México avanza”, decía a unos pasos de la Puerta Mariana, la cual no estaba rodeada por vallas ni por elementos de seguridad. La estación del Metro Zócalo estaba abierta como cualquier otro día.

Así, en punto de las 11:00 horas, López Obrador bajó de su despacho solamente acompañado por su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, llevando un voluminoso ejemplar de pasta dura color vino con el mensaje: “Primer Informe de Gobierno” en letras doradas.

“No lo voy a leer todo”, expresó el Mandatario federal entre las risas tímidas de algunos invitados, quienes lo escucharon y aplaudieron en 30 ocasiones.

Para este mensaje, el gobierno federal invitó a 500 personalidades, entre funcionarios del gabinete legal y ampliado, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar; el presidente del Congreso, Porfirio Muñoz Ledo (Morena); gobernadores del PRI y el PAN; presidentes de organismos autónomos, representantes de la sociedad civil, campesinos y jefes religiosos, entre otros. Los líderes de los partidos de oposición fueron los grandes ausentes.

El sector empresarial destacó por la asistencia del ingeniero Carlos Slim, además de los nuevos “generales” obradoristas ante la iniciativa privada, Carlos Salazar (CCE) y Antonio del Valle (Consejo Mexicano de Negocios).

También estuvieron presentes el dueño de Televisa, Emilio Azcárraga, así como el empresario y compadre de López Obrador, Miguel Rincón.

Mientras que López Obrador reconocía que la economía crecía poco, “pero no hay recesión”, por un altavoz se escuchaba, a lo lejos, en la calle: “¡Pre-si-dente! ¡El Pueblo quiere verte!”, más lejos, unas mil personas marchaban para expresar su rechazó al Jefe del Ejecutivo federal.

En Palacio, el decorado sólo fue de 16 gallardetes tricolores y una mampara de color blanco, que causó conmoción en redes por lo del “Tercer Informe”. La austeridad republicana se impuso en un mensaje presidencial y en el olvido de las escenografías faraónicas.

“Me canso ganso”. El Presidente se desenvolvió como si estuviera en una gira de trabajo; sin embargo, los invitados se quedaron con las ganas de escuchar el “me canso ganso”, “el elefante mañoso y reumático” o “lo que diga mi dedito”, que en la multitud obradorista provocaban miles de aplausos.

Así fue el primero de seis mensajes que dará en el periodo llamado Cuarta Transformación. El Presidente deja claro que el cambio de régimen está en proceso.

Por la tarde, el Ejecutivo volaría a Hermosillo, Sonora, donde hoy se reunirá con padres de familia de la Guardería ABC... lo que será otra historia.

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