La iglesia católica llamó a todos los mexicanos a sumarse a un compromiso: acabar con la corrupción , puesto que a pesar de que es una tarea del gobierno federal, a cada individuo le corresponde actuar en la legalidad y en beneficio de la sociedad.

"El gobierno tiene una imperante obligación, y un compromiso hecho para terminar con la violencia, la inseguridad y la corrupción. No lo olvidaremos. Pero tampoco olvidemos que nosotros tenemos una responsabilidad social muy grande que asumir", aseguró la arquidiócesis de México .

A través del editorial "Terminemos con la corrupción", publicado en el semanario religioso Desde la fe , la iglesia afirmó que el fin de la corrupción no solo depende de las políticas públicas implementadas por la 4T.

"Sino que también depende de la justicia y honestidad de cada uno de los miembros de las familias, instituciones educativas, empresas, instituciones religiosas, y agrupaciones de cualquier tipo, queremos motivar e impulsar la construcción de una sociedad justa, honesta e íntegra, uniendonos en un firme propósito: terminemos con la corrupción".

La arquidiócesis que preside el arzobispo Carlos Aguiar Retes consideró que no se puede obligar al vecino a terminar con su corrupción, o criticar al de enfrente por sus malos actos, sino que depende de cada uno terminar con esos daños a partir de sus obras.

"La justicia y la honestidad de cada uno incide en una sociedad más sana y pacífica. Cada uno, para contrarrestar la corrupción, podríamos aspirar a ser rostros de Dios, hacer el bien como él y amar a todos como él", resaltó el texto.

Enfatizó en que la violencia, la inseguridad, la corrupción, que son los principales males que aquejan a nuestro país, comienzan en la base del núcleo social: la familia y si bien el entorno incide en el desarrollo positivo o negativo de las personas, la educación en casa, principalmente con el testimonio de los padres, tiene el mayor peso, y desde ahí se debe comenzar.

"Acabemos con los actos que, de uno en uno, terminan por afectar nuestra individualidad, y que, sumados uno con otro, lastiman a nuestras familias, y que, multiplicados por millones, desarrollan una dolorosa enfermedad social. Hagamos el compromiso de aplicar, cada uno de nosotros, y desde nuestros campos de influencia, el antídoto de una vida más justa y honesta para terminar con este mal", resaltó el artículo.

Concluyó que la realidad ha demostrado que no se gana nada con quejarse del otro, con criticar al de enfrente, o esperar a que los demás cambien para hacer lo propio.

"Construyamos de una vez por todas un mejor país, y una mejor sociedad. Aprendamos a ser cercanos y a dialogar. Seamos solidarios con los más pobres, tratemos de remediar las necesidades más apremiantes de las personas solas, ancianas y enfermas; que nuestra participación social en la vida colectiva manifieste cómo el amarse los unos a los otros es una solución práctica para terminar con la corrupción".

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