“Seguiremos trabajando hasta el último tubo de ensayo”, asegura Luis Marat Álvarez, científico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional ( ), quien desarrolló una prueba para detectar el y cuyo costo podría ser de 50 pesos.

Con el recorte de 75% del gasto operativo a las dependencias del gobierno federal, afirma, se quedará sin dinero suficiente ni para pagar la luz de su laboratorio.

“Si nos hacen el recorte efectivo de 75% no vamos a tener presupuesto para pagar servicios básicos , entre ellos la luz, vigilancia y el acceso a internet. No nos va a alcanzar. No hay una idea de lo que representa una institución como Cinvestav, [es] la primera de investigación del país, la cual tiene una de las mayores producciones científicas de Latinoamérica”, considera.

El científico mexicano y su equipo de estudiantes de posgrado del Departamento de Genética y Biología Molecular desarrollaron una prueba rápida para SARS-CoV-2 , la cual a través de aptámeros —pequeñas moléculas de ADN o ARN sintetizadas químicamente— es capaz de detectar un componente del virus (la proteína Spike) en una muestra biológica.

“La proteína Spike es la más prominente de la superficie del virus y la responsable de la infección de las células en el hospedero. Para obtener los aptámeros incubamos una poza de aptámeros, las moléculas más aptas en la interacción. Con la proteína Spike purificada separamos las moléculas que interactúan de manera específica con ella”, explica el investigador.

Una vez obtenidos los aptámeros, se pueden realizar las pruebas de detección visuales , que consisten en un biosensor de reconocimiento y un elemento transductor de señal (en este caso, nanopartículas de oro), que ayudan a detectar la interacción con el virus a través del cambio de color con los reactivos.

“El concepto es muy similar a las pruebas para reconocimiento de drogas como la cocaína, que se emplean en aduanas y aeropuertos que, al poner una muestra de la sustancia con el reactivo, si cambia de color, significa que la prueba es positiva. Sólo que, en lugar de analizar sustancias, se busca si una persona presenta una infección activa por SARS-CoV-2”, explica.

Aplicar esta tecnología podría llegar a tener un costo de 50 pesos por cada caso sospechoso, pero sólo si se produce en una escala masiva y por el gobierno federal.

Cuando inició la emergencia sanitaria, su equipo recibió la indicación de abandonar su laboratorio y que se cerraría el centro, pero el científico realizó gestiones para poder quedarse a trabajar.

El problema es que con los recortes presupuestales que ha sufrido el Cinvestav y la noticia de que se le reducirá aún más el recurso para gasto operativo (75% para todas las instancias del gobierno federal), de acuerdo con lo que ordenó el presidente Andrés Manuel López Obrador , los científicos tendrán que suspender su investigación de manera indefinida.

“Trabajamos con lo que tenemos en los cajones. Literalmente es lo que estamos usando. Hemos solicitado apoyo a todo tipo de instancias gubernamentales y privadas, pero no hemos recibido ninguna respuesta positiva. No nos hacen caso. Es lamentable. Lo único que sabemos es que como somos una instancia federal nos toca la desaparición de los fideicomisos y recortes de 75% al gasto operativo. No sólo no nos permiten trabajar, [también] nos quitan nuestra herramienta de trabajo”, dice.

Marat Álvarez admite sentir enojo por la resolución dictada por el gobierno federal. Considera que se ha creado una etiqueta de corrupción para justificar el retiro de recursos a instituciones públicas y que en dicho discurso se busca incluir a los científicos, cuando muchos de ellos, asegura, “damos el máximo por tres pesos”.

“Somos científicos experimentales, hacemos área biológica. Nuestra herramienta de trabajo es la experimentación y ahora no tenemos dinero para comprar consumibles [como] papel de baño.

“No hay material para hacer reacciones clínicas, no hay tubos de ensayo, no hay, se acabaron.

“Yo soy científico, me dedico a hacer ciencia y soy el primer interesado en los resultados de esa ciencia. Aquí seguiremos hasta el último tubo de ensayo, [seguiremos] trabajando por mi país”, agrega.

La prueba para detectar el coronavirus que diseñó Marat Álvarez está basada en los aptámeros, pequeñas moléculas que tienen la capacidad de “pegarse por encargo” a otras moléculas específicas, en este caso, las proteínas que están en la corteza del SARS-CoV-2.

Los aptámeros funcionan como una especie de cinta adhesiva que se puede pegar y despegar de sus blancos. Para ello, el grupo de Álvarez Salas ha acoplado aptámeros a la superficie de nanopartículas, buscando esta agregación.

La suspensión sería de color rojo y cuando se coloque la muestra del paciente, si cambia a color azul, revelaría la presencia del virus.

“Esto nos daría una prueba sencilla y barata para identificar infecciones activas”, asevera el también miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Sin embargo, la investigación está a punto de detenerse, pues no hay recursos para continuarla en un momento en el que López Obrador avaló analizar la aplicación de pruebas rápidas para la detección de Covid-19 en las entidades y permitir todo lo que ayude a combatir el virus.

“No tengo dinero para operar, he tenido que aportar dinero de mi bolsa y no puedo seguir financiando mi investigación. Soy un empleado federal y es responsabilidad del gobierno. Conciben al Cinvestav como si fuera una escuelita cuando, con sólo 600 investigadores, tenemos 20% de la producción científica del país. Imagina el talento que se está desperdiciando”, concluye.

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