Washington. — Lo llamó “uno de los peores peligros de la historia” para la libertad de expresión. Con ese tono dramático, el presidente Donald Trump firmó su orden ejecutiva para limitar la protección de que gozan las redes sociales y la libertad que tienen para moderar su contenido. Pero más allá del drama, la decisión no parece ser más que humo y arenga.

Trump acusa a Twitter de tomar “decisiones editoriales”. Las redes sociales, aseguró antes de estampar su firma en la orden, “tienen el poder no controlado de censurar, editar, ocultar o modificar cualquier forma de comunicación entre los individuos y las grandes audiencias públicas. No podemos dejar que eso continúe, es muy, muy injusto.

“Estamos hartos”, dijo Trump, asegurando que el decreto defendería la libertad de expresión.

Sin embargo, más allá de una arenga para sus simpatizantes, por ahora la medida simplemente instruye a dependencias del Ejecutivo a solicitar a agencias normativas independientes, como la Comisión Federal de Comunicaciones y la Comisión Federal de Comercio, que estudien si pueden imponer nuevas regulaciones a estas compañías. De antemano, expertos expresaron sus dudas sobre qué tanto se puede lograr sin la intervención del Congreso.

Compañías como Twitter y Facebook obtienen exenciones de responsabilidad de acuerdo con la sección 230 de la Ley de Decencia de Comunicaciones, debido a que reciben el trato de “plataformas” y no de “editoriales”. Estas últimas sí pueden enfrentar demandas por los contenidos que publican.

La sección garantiza en cambio inmunidad para las redes sociales frente a acciones legales relacionadas con el contenido publicado por terceros, a la vez que les da libertad de intervenir en las plataformas.

Y esa intervención es justo lo que desató la ira de Trump —quien depende en gran medida de Twitter para atacar a sus rivales—, cuando la red social etiquetó dos de sus tuits, dirigiendo a los usuarios a una serie de artículos que ponían en duda su afirmación de que el voto por correo se presta a fraudes.

El gobierno sopesó previamente un decreto similar, pero lo congeló ante las preocupaciones de que no pasaría una revisión legal para su aprobación y violaría los principios conservadores sobre desregulación y libertad de expresión.

El presidente concentró su atención en la guerra con Twitter, al grado de que tardó unas 16 horas en reaccionar a la noticia de que Estados Unidos superó la cifra de 100 mil decesos por coronavirus, lo que desató una serie de críticas.

“A todas las familias y amigos de los fallecidos, quiero extender mis sinceras condolencias y amor por todo lo que estas grandes personas significaron y representan. ¡Dios esté con ustedes!”, dijo, tras calificar de “hito muy triste” el haber rebasado los 100 mil fallecimientos.

“Muro salvador”. En cambio, no desaprovechó la oportunidad de vanagloriarse por el muro en la frontera sur, del que dijo: “Ha salvado vidas” de estadounidenses, al impedir que el virus llegue desde México.

“México está pasando un momento muy, muy difícil, como saben, con el Covid, especialmente a lo largo de la frontera, en Tijuana y varios lugares a lo largo de la frontera”, dijo a periodistas en la Oficina Oval. “Afortunadamente tenemos nuevo muro ahí y el muro nos está salvando”, acotó el mandatario de la Unión Americana.

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