En 2015, las encuestas descartaban que un magnate de bienes raíces, un outsider, se hiciera con la nominación republicana para las presidenciales del siguiente año, y fallaron. Al año siguiente, la favorita en los sondeos era, de forma unánime, la demócrata Hillary Clinton . También fallaron. Hoy, los estudios de opinión para las elecciones de 2020 se inclinan hacia el demócrata Joe Biden.

En los tres casos, el candidato improbable ha sido Donald Trump , actual presidente de Estados Unidos. Ya venció a las encuestas dos veces… ¿Lo hará de nuevo?

En julio de 2016, 13 meses después de haber lanzado una campaña que muchos medios en Estados Unidos consideraron una especie de broma, Trump se aseguró la nominación republicana.

Las encuestadoras, igual que el resto de los aspirantes, quedaron en shock . El hombre sin experiencia en cargos públicos, ajeno al establishment republicano, se hizo de la candidatura.

La entonces aspirante demócrata, Hillary Clinton , tuiteó: “Donald Trump acaba de convertirse en el candidato republicano. Ayuden ahora a que nos aseguremos de que nunca ponga un pie en el Despacho Oval ”.

Una vez que se hizo con la candidatura demócrata, la guerra de encuestas empezó. Y a lo largo de toda la campaña, le fueron favorables a ella. No sólo eso: de acuerdo con las cifras que se manejaban, Clinton ganaría con holgura.

The New York Times

señalaba que la exprimera dama ganaría con hasta 89% de votos, aunque en uno de sus titulares previos a la jornada electoral advertía que la demócrata no tenía la victoria “asegurada”.

Los más moderados, de la Universidad del Sur de California y Los Angeles Times , le daban, a unas semanas de las elecciones, 44.2% a Clinton contra 43.9 de Trump. Y eran considerados los más confiables, por haberse acercado más al resultado real de las presidenciales de 2012 en que ganó Barack Obama.

FiveThirtyEight

señalaba: “ Clinton encabeza, pero la carrera está apretada”.

Incluso las casas de apuestas coincidían en que la victoria en 2016 se la llevaría Hillary, a quien daban 86% de probabilidades de llegar a la Casa Blanca.

Cierto es que las encuestas no pasaban por sus mejores momentos, a nivel global. Habían pronosticado el triunfo del “no”, en el Brexit, y del “sí” a los acuerdos de paz en el referéndum colombiano, y en ambos casos se equivocaron.

En su momento, se habló de varios factores que incidieron en los “fallos” de los sondeos. Entre ellos, el golpe que recibió Clinton con el anuncio de una investigación por el uso de un servidor de correo electrónico privado para asuntos de gobierno cuando era secretaria de Estado.

Otro elemento que cambió fue el abstencionismo, que al final no fue tan grande como se esperaba.

Sin embargo, el tema al que muchos atribuyen lo que ocurrió con las encuestas fue el voto oculto. Es decir, el de todos aquellos que habían decidido ya votar por Trump, que se sintieron reflejados por sus ataques contra los migrantes, contra la fuga de empresas y demás, pero que prefirieron no revelarlo al ser encuestados por la impopularidad del candidato.

Esta vez, pareciera que la situación se repite. Los sondeos muestran al magnate en seria desventaja respecto del aspirante presidencial demócrata Joe Biden, quien fuera vicepresidente con Obama.

Este hecho llevó a Trump incluso a despedir a tres encuestadores cuyos resultados no le favorecen, según revelaron medios estadounidenses. Así, por ejemplo, los sondeos realizados por la campaña del republicano dan a Biden 55% de apoyo en Pennsylvania , mientras que el mandatario tiene 39%. En Wisconsin, el demócrata tiene 51%, contra 41% del republicano. En Florida, el magnate está siete puntos por detrás del exvicepresidente.

Todos son estados clave en las elecciones de 2020 . Sin embargo, Trump pidió no hacer caso de “las encuestas falsas que nos muestran detrás”. Y el pasado le da la razón.

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