Sao Paulo.— La devastación en la Amazonía brasileña se agrava con Jair Bolsonaro en el poder. Entre agosto de 2019 y julio de 2020, la deforestación en la selva amazónica aumentó 9.5% frente al periodo anterior y alcanzó su mayor nivel desde 2008.

La pérdida de cobertura vegetal en el bioma, que abarca alrededor de 60% del territorio brasileño, llegó hasta los 11 mil 88 kilómetros cuadrados en el último año, un área superior a la de países enteros como Líbano o Jamaica. Los datos fueron divulgados este lunes por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil, vinculado al gobierno, a partir de imágenes por satélite y confirman la tendencia al alza de la deforestación en el ecosistema amazónico.

La cifra, que es preliminar y solo se confirmará el próximo año, es superior a la registrada entre agosto de 2018 y julio de 2019, cuando llegó a los 10 mil 129 kilómetros cuadrados, y la peor desde 2008 (12 mil 911 kilómetros cuadrados).

El balance es además el primero bajo responsabilidad completa de Bolsonaro, que asumió el poder el 1 de enero de 2019 y está siendo fuertemente presionado por su política ambiental, objeto de críticas por parte de ecologistas, importantes fondos de inversión, grandes empresas y algunos gobiernos europeos. El líder ultraderechista, que defiende la explotación de los recursos naturales de la Amazonía, incluso en reservas indígenas, ya puso en duda el año pasado las estadísticas oficiales sobre deforestación.

El vicepresidente brasileño, Hamilton Mourao, en su condición de jefe del Consejo Nacional de la Amazonía, reconoció ante los periodistas que no hay motivos para “celebrar nada”, pero señaló que los datos muestran que el “esfuerzo” del Ejecutivo “está dando sus frutos”.

Oenegés medioambientales interpretaron el resultado de manera diferente y afirmaron que refleja “un proyecto muy exitoso de aniquilación de la capacidad del Estado y de los órganos de fiscalización” para luchar contra el crimen en la Amazonía.

El brasileño Observatorio del Clima subrayó que “debido a la deforestación, Brasil debe ser el único gran emisor de gases de efecto estufa que incrementa sus emisiones en el año cuando la economía global paró debido a la pandemia”.

En mayo de este año, el gobierno lanzó la operación “Verde Brasil II” coordinada por las Fuerzas Armadas para perseguir los crímenes medioambientales en el mayor bosque tropical del planeta. Unos 3 mil 400 soldados del ejército participan en el operativo que el Ejecutivo ha prolongado hasta abril de 2021, aunque ello no se ha traducido en un descenso drástico de los índices de destrucción.

La deforestación está estrechamente relacionada con los incendios en la Amazonía, que han vuelto a aumentar este año y hasta la fecha se habían contabilizado 99 mil 586 focos, más que los 89 mil 176 de todo 2019, cuando las imágenes de los frentes de fuego avanzando por la Amazonía dieron la vuelta al mundo.

La situación de este año se ha agravado además con una sequía severa en la región que ha favorecido la propagación de las llamas por las áreas previamente deforestadas.

Diversos informes de organizaciones medioambientales identifican la deforestación y los incendios como parte de un proceso que tiene como punto final la utilización de tierras para la agropecuaria, sector que Bolsonaro quiere impulsar todavía más durante su mandato. EFE y AFP

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