Bruselas.— Antes de tratar de resolver el rompecabezas del Brexit, el nuevo premier británico, Boris Johnson, tendrá que atender un urgente y sensible dossier que podría conducir a un conflicto armado con severas implicaciones para la economía mundial.

Irán y Reino Unido se encuentran enredados en un conflicto provocado por “actos de piratería marítima”, según denuncian ambos gobiernos. El pasado 4 de julio, las fuerzas británicas capturaron en las aguas de Gibraltar el petrolero iraní Grace 1, sospechoso de transportar petróleo a Siria; dos semanas más tarde, la Guardia Revolucionaria respondió reteniendo en el estrecho de Ormuz el petrolero Stena Impero.

Johnson tiene dos alternativas para resolver este diferendo, una es la diplomática con acompañamiento de la Unión Europea (UE), y la otra es la confrontación.

El líder tory tiene cierto margen para operar. Si bien el Stena Impero navega con bandera inglesa, entre su tripulación no hay británicos, de manera que Teherán no cuenta con elementos, como podrían ser imágenes visuales, que pueda utilizar para presionar a su interlocutor, como ocurrió en 2007 cuando 15 miembros de la Marina británica fueron detenidos en el golfo Pérsico por el régimen del entonces presidente Mahmoud Ahmadineyad.

Sin embargo, lo menos que necesita Johnson, en un contexto de negociación con la UE en la que podrá sobre la mesa la posibilidad del Brexit duro el próximo 31 de octubre, es un escenario de conflicto en el golfo.

De manera que lo más probable es que apueste por una salida diplomática, acompañada de una fuerza marítima de protección en la zona. Para la misión recurrirá a sus aliados europeos.

El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, se ha desmarcado. Dijo: “La responsabilidad en primera instancia de cuidar sus barcos recae en Reino Unido”.

Además, los británicos apuestan por el diálogo para resolver el delicado tema nuclear iraní, mientras que Washington unilateralmente abandonó el año pasado el acuerdo que evita que la República Islámica se haga de la bomba atómica.

Aunque existe el riesgo de que con Johnson la situación cambie. El británico está expuesto a la presión de Trump, quien ha venido buscando una confrontación con Irán. Johnson basa su estrategia del Brexit en un ambicioso acuerdo comercial con EU y para ello necesita el apoyo de la Casa Blanca. Trump podría condicionar su firma a un endurecimiento de la política británica hacia Teherán.

De apostar por Europa, potencialmente lo acompañarían Francia, Alemania, Italia, Finlandia, España, Dinamarca y Holanda.

Aunque para sumar el apoyo europeo deberá contar con un claro mandato de la Organización de las Naciones Unidas. Al describir Hunt las acciones de Irán como “piratería de Estado”, todo parece indicar que están pensando en un clon de la Operación Atalanta, puesta en práctica por la UE en 2008 frente a las costas de Somalia para proteger a los navíos de los ataques de bucaneros. La misión ha tenido una efectividad de 100%. En 2011, los piratas somalíes secuestraron 32 navíos y 736 personas, para octubre de 2016 la cifra fue reducida a cero incidentes.

El profesor de derecho internacional de la Universidad de Lovaina, Recht Jan Wouters, considera que en el caso de Irán es difícil replicar el argumento usado en Somalia para obtener el aval de la ONU, debido a que en uno se señala como responsable a un Estado y en el otro a actores privados.

El presidente de Irán, Hassan Rouhani, dijo: “Son Irán y los otros países con litoral los responsables de la seguridad del golfo Pérsico y el estrecho de Ormuz”.

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