Los aliados revolucionarios de apoyaron en masa al presidente de México, en medio de la repulsa general en el continente ante la línea roja que atravesó el presidente ecuatoriano, , por la incursión de la policía ecuatoriana en la embajada de México en Quito para detener al exvicepresidente Jorge Glas, condenado por corrupción.

El gobierno de Nicaragua fue el primero en anunciar que, al igual que su aliado mexicano, rompía relaciones diplomáticas con Quito “en absoluto rechazo y condena a la barbarie política neofascista del gobierno de Ecuador”.}

El encarcelado Glas ya contaba con el apoyo previo del Grupo de Puebla, del que forman parte colaboradores cercanos a López Obrador, que llegó a justificar con el famoso lawfare (persecución judicial) los escandalosos capítulos protagonizados por quien fuera mano derecha de Correa.

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“Es un acto de barbarie, algo nunca visto en América Latina. El gobierno de derecha ‘proyanqui’ violó brutalmente el derecho internacional, secuestrando a un asilado político. Venezuela alza su voz contundentemente para rechazar este acto fascista”, pontificó Nicolás Maduro. Y lo hizo precisamente cuando seis estrechos colaboradores de la líder opositora María Corina Machado permanecen refugiados, bajo asedio de los agentes chavistas, en la embajada de Argentina en Caracas. Tanto la energía eléctrica como el agua fueron cortados desde el primer día.

El presidente colombiano, Gustavo Petro, adelantó que pedirá a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que interponga acciones cautelares en favor de Glas “al que se le violó de manera bárbara su derecho de asilo”.

El mandatario izquierdista también reclamó reuniones urgentes en la Organización de Estados Americanos (OEA) y en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), en paralelo a la declaración de Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien anunció la reunión de su Consejo Permanente.

Almagro invocó al pleno respeto de la inviolabilidad de las embajadas y llamó a la negociación entre las partes, aunque también aireó la contradicción del gobierno nicaragüense, que “realizó un ataque similar en Managua contra la OEA”. “Ni en ese caso ni en este son admisibles ambigüedades, sino la más plena coherencia con el Derecho Internacional”, marcó.

La realidad es que las relaciones entre Managua y Quito ya eran inexistentes. El expresidente Lenín Moreno exigió en 2020 el retorno a la democracia del país centroamericano, lo que provocó la ira de Daniel Ortega, quien cerró su embajada.

El mandatario sandinista, al igual que López Obrador con Glas, ha concedido refugio en su embajada en Panamá al expresidente Ricardo Martinelli, quien encabezaba todas las encuestas de cara a las elecciones del mes que viene. Martinelli también es perseguido por actos de corrupción.

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“Algunos gobiernos autocráticos se frotan las manos de alegría celebrando que gobiernos democráticos allanen el camino de la arbitrariedad internacional”, advirtió el analista Nicmer Evans.

“Lo que hizo el gobierno de Ecuador podría abrir una caja de Pandora sumamente peligrosa. El precedente que marca es gravísimo, preocupante. Imagine que ahora las autocracias, o las que van camino a ello, como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia e incluso El Salvador, comienzan a hacer esto. Ojalá a la dictadura de Venezuela no se le ocurra hacer algo parecido, pues sabemos lo que ocurre con sus presos políticos: son torturados o asesinados y sus familias amenazadas”, dijo para La Nación el politólogo Walter Molina.

Fuego cruzado

Las provocaciones de López Obrador y la inédita respuesta de Noboa culminan unas semanas de fuego cruzado entre presidentes, en el que se han visto inmersos al menos siete países. Colombia y Argentinaestuvieron a punto de romper relaciones y la última jugada electoral de Maduro obligó a Petro y a Lula da Silva a reprochar a su aliado, que al reaccionar disertó sobre la “izquierda cobarde”. En el reparto de insultos (asesino, Hitler, nazi, injerencista), Daniel Ortega obtuvo el primer premio: “Pinochetito, basura, vergüenza para la izquierda…”.

“Estamos viendo un incremento en las tensiones diplomáticas entre países de la región. Si esto sigue así, el orden establecido en Occidente, que ha mantenido una mínima estabilidad internacional, está en peligro”, sentenció Molina.

“De esta forma México vuelve a la cabeza de América Latina y deja al gobierno de Ecuador como radical”, dijo a La Nación Michel Leví, coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales, quien estimó que ambos gobiernos han violado artículos de la Convención de Viena, no sólo el de Noboa. México dio asilo a un exfuncionario con sentencias firmes en su contra.

Ecuador se queda (casi) solo en el concierto internacional, pero a nivel interno puede obtener réditos políticos, con elecciones presidenciales a la vista el año que viene: “Creo que le dan puntos electorales al presidente, al tener una actitud dura contra la corrupción”.

Son precisamente la corrupción y la violencia las que agitaron los deseos de cambio en las elecciones disputadas en el continente desde las revueltas de 2019. La tendencia se rompió este año con el triunfo electoral de Nayib Bukele.

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