Homestead, Florida

“Las posibilidades para que te den asilo [en Estados Unidos] son mínimas, no hay ninguna seguridad y menos una garantía, como les han hecho creer a miles”, dice Francisco Portillo, director de la Asociación de Hondureños en Miami (AHMIA) a EL UNIVERSAL.

“De acuerdo con nuestra experiencia, sólo tres de cada 100 lo consiguen y para eso deben probar que sus vidas o las de sus hijos menores corren un peligro de muerte inminente. Tienen que convencer [con pruebas] a los agentes [del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, por sus siglas en inglés)] porque de otra manera los están deteniendo —en centros para inmigrantes sin documentos— y si no firman una deportación voluntaria, se pueden quedar meses ahí”, advierte. Comenta: “Aunque México está dejando que se queden en su país mientras se hace todo el proceso, me han dicho que la situación en la frontera está bien difícil, especialmente en Tijuana”.

Muchos hondureños en EU quisieran ayudarlos, pero no saben cómo. “Cuando llegan solos, sin tanto aviso y sin estar expuestos en las noticias, es más fácil porque la cosa no se pone tan caliente”, dice Julissa González, hondureña, quien tiene cuatro años viviendo en Miami, Florida.

“Para pasar miserias, mejor en nuestros pueblos”
“Para pasar miserias, mejor en nuestros pueblos”

De acuerdo con el cruce de información y las últimas cifras de diversos grupos en el sur de la Unión Americana, de los aproximadamente 3 mil hondureños que llegaron a la frontera norte de México durante los últimos meses de 2018, sólo entre 100 y 200 han logrado apuntarse en la lista a través de la cual pueden procesar su solicitud de asilo.

“Los retrasos son miles, los que quieran quedarse en México —en la región fronteriza— deben estar preparados para sobrevivir meses o quizá hasta más de uno o dos años”, afirma Porfirio Quintano, director de la Asociación de Hondureños del Norte de California (AHNCA).

“Para pasar miserias, mejor en nuestros pueblos”
“Para pasar miserias, mejor en nuestros pueblos”

La última caravana migrante, que salió en enero de Centroamérica, tenía más de 700 hondureños, entre los que había una veintena de menores de edad viajando solos, según reportes del gobierno del país centroamericano. “Cuando alguien decide dejar su pueblo para llegar acá [a Estados Unidos], lo hace tratando de que nadie se entere, pero si viene desde allá [Honduras] y sale en las noticias, se piensa que este país lo tiene que recibir a la fuerza. Se complica todo”, comenta Julissa.

Ella llegó por avión con una visa de turista, pero decidió quedarse porque su situación era de peligro en su país y tenía cómo demostrarlo. De acuerdo con el Pew Research Center, entre 1990 y 2013 la población hondureña en EU creció más de 400%.

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