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"A mi mamá la condenaron a morir de Covid"

Una de las hijas de Josefa Pastor narra que a su madre no se le dio el trato adecuado en una residencia en Murcia. “Estuvo en total abandono, con mucho sufrimiento”, lamenta su familiar

Josefa Pastor, quien tenía Alzheimer, murió de Covid-19. Cortesía
02/09/2020 |23:39Luis Méndez / Corresponsal |
Redacción El Universal
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Madrid.— El pasado 15 de marzo, con la pandemia arreciando en España, María José Vivo dejó repentinamente de tener noticias de su madre, ingresada en una residencia de ancianos de la región de Murcia.





Eran días raros, de malos presagios, porque el descontrol sanitario comenzaba a extenderse en el país ibérico y la población andaba inquieta, sobre todo por la suerte de sus mayores, ante la presencia del coronavirus, un enemigo tan invisible como letal.

Interrumpida la comunicación, la familia de Josefa Pastor, de 86 años y aquejada de Alzheimer, no tardó en reaccionar y llamó insistentemente al asilo. En vano. Una, dos, tres veces, a diario, pero nadie respondía al teléfono. Optaron al final por llamar al servicio murciano de salud, a la consejería de sanidad del gobierno regional. Les dijeron que todo estaba controlado, que todo estaba bien; pero era mentira.

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Así fueron pasando las jornadas, entre la desesperación y el empeño de los allegados por localizar a alguien que les explicara lo que estaba sucediendo en Caser Santo Ángel, una residencia privada subvencionada en parte por el Estado y localizada en Murcia, sureste de España.

Los familiares ya sabían que el coronavirus hacía estragos entre la población de mayor edad que estaba recluida, y de ahí que la angustia fuera mayor, porque Josefa formaba parte de ese grupo especialmente vulnerable. La primera noticia llegó dos semanas después del sobresalto.

“Estábamos en alerta y el 31 de marzo, dos semanas después del encierro de la residencia, una doctora nos dijo que mi madre estaba en las últimas, con una neumonía prolongada y que estaba en semiabandono, cuando en realidad, luego lo supimos, había sido condenada a morir”, relata a EL UNIVERSAL María José Vivo, una de las hijas de la fallecida.

Algunos días después, el 2 de abril, la anciana murió. Una hermana de María José se personó de inmediato a las puertas de la residencia, pero no le dieron ningún tipo de información.

“Al final nos enteramos de que había estado varios días sin comer en su cuarto, en total abandono. Con mucho sufrimiento. Pero lo más grave de todo es que había hospitales vacíos en Murcia. Nunca hubo colapso en la región. No la trasladaron porque no quisieron”, indica su hija, tras subrayar que en la residencia murciana en la que estaba su madre murieron 40 personas de las aproximadamente 200 que la habitaban.

A la anciana se la llevó el Covid-19, pero también el abandono al que fue sometida. No le dieron ni siquiera una oportunidad de salvarse, comenta la familiar tras enfatizar que fueron días muy duros porque cotidianamente estaban con ella.

“Nos llamaron de la funeraria, tras recoger el cadáver de nuestra madre en la residencia, y entregaron las cenizas a mi hermana, como si fueran un paquete de mensajería. No hubo funeral, ni nada parecido”, lamenta María José, luego de reseñar que en algún momento se despedirán de ella como es debido.

“Lo que más nos duele es que no la hayan prestado asistencia sanitaria y que se haya muerto de una manera indigna. Era totalmente dependiente, porque había que darle hasta el agua que bebía. Sabemos que estuvo días abandonada en la habitación, completamente sola, sin asistir, sin su medicación diaria, porque los enfermeros tenían prohibido subir a la planta donde residía mi madre”, dice su hija.

Tenía Alzheimer, pero estaba supersana, saludable; hablábamos con ella habitualmente, sin problemas, relata María José.

En lo que es el colmo del absurdo, el director de la residencia de ancianos, a los 15 días de que hubiera muerto Josefa, se puso en contacto con la familia para anunciar que la difunta estaba ingresada en un hospital esperando a que le hicieran la prueba del Covid-19.

“Mi hermana le respondió: entonces, ¿las cenizas que tengo yo en casa, de quién son? Y él contestó con titubeos. Definitivamente, no tienen control de nada”.

A raíz de los hechos, la familia de Josefa Pastor ha presentado dos querellas judiciales. Una contra el servicio murciano de salud y otra contra la residencia, por abandono, dejación de funciones y engaño.

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