Washington. El senador Bernie Sanders ganó las primarias demócratas de esta noche en New Hampshire, donde se demostró que el partido está más que dividido, sin un claro favorito para enfrentar en noviembre al presidente Donald Trump.

Sanders, el septuagenario “socialista”, reeditó su victoria de hace cuatro años aunque con un margen menor a los 22 puntos que sacó a Hillary Clinton en 2016, en gran parte por la enorme cantidad de candidatos que se presentaban.

Con 88% de votos escrutados, Sanders tenía 26% (equivalentes a ocho delegados); el exalcalde de Indiana Pete Buttigieg 24.3% (siete delegados) y la senadora Amy Klobuchar 19.8% (seis delegados); en contraste, la también senadora Elizabeth Warren se quedaba con 9.4% y Biden con 8.4%, porcentaje insuficiente -se requiere 15% de apoyo mínimo- para obtener delegados.

Buttigieg se consolidó como un claro aspirante a luchar por la Casa Blanca, mientras que la gran sorpresa fue Klobuchar. Sus grandes actuaciones en los últimos debates y su talante moderado la auparon a un tercer puesto inimaginable hace unos meses, a poca distancia de los dos líderes.

El golpe para Biden no fue una sorpresa: tan poca fe tenía él en sus posibilidades que decidió desaparecer en la noche electoral y viajar a Carolina del Sur, feudo que espera que sea el inicio de su resurrección gracias a su tracción entre los votantes afroamericanos.

Tras las dos primeras contiendas, y como era esperado, ha iniciado la sangría de los candidatos inviables. Esta noche hubo dos víctimas, el empresario Andrew Yang y el senador Michael Bennet. Está previsto que este miércoles abandone uno más, Deval Patrick, exgobernador de Massachussets.

Ahora todas las miradas y las campañas se desplazan a la próxima parada de las primarias, Nevada.

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